La tónica sagrada

Enciendo la tele y aparece “La túnica sagrada”. Es normal, estamos en Semana Santa y parece que las costumbres televisivas de toda la vida siguen ahí. Victor Mature deambulando como pollo sin cabeza, pero bueno, se le perdona, y los bellísimos Richard Burton y Jean Simmons. “Pues igual me quedo un rato viendo la peli”, pensé recordando los viejos tiempos de niña de la infancia cuando después de comer la familia se sentaba en la salita y se ponía la tele para ver “Ben-Hur” y a las pobres madre y hermana con la lepra en el lazareto, dos personajes que nos fascinaban a los niños. La lepra, la meningitis y el tétanos eran las enfermedades que nos acechaban como los monstruos en la oscuridad aunque luego lo que pasábamos era la varicela y el sarampión si teníamos suerte, que la meningitis estaba en aquella época a la orden del día. Y bueno, allí estaba yo, viendo cómo los soldados romanos jugaban a los dados antes de la tormenta en la que Dios se pone brazos en jarras, esa música celestial, Jesús crucificado con los dos ladrones, un rollo publicitario en la parte de arriba de la pantalla sobre algún programa nuevo de RTVE o como se llame ahora y, de repente, aparecen en la pantalla aumentados como la amenaza de Andrómeda los morros (creo que operados, dada su modernidad) de Belén Esteban, la exnovia del torero al que le tiraban las bragas. Una, que estudió en las monjas muchos años, no pudo menos que pensar BLASFEMIA. Bueno, y que Burton estaba en aquel momento con aire de ángel caído y para una cinéfila como yo era más provechoso ver a Richard que a los dos meteoritos estebanescos moviéndose como dos criaturas de Cthulu (¿se escribe así?) que podían destruir nuestro planeta solo con su sombra, como en una película de Marvel. O, al revés, protegerlos. ¿Quién está defendiendo a su planeta? Diría Silver Surfer. Y los labios de la Esteban serían los encargados de detener cualquier enemigo ultraterreno y primordial. Vamos, que de ‘La túnica sagrada’ solo quise pasar a la tónica sagrada, pero estaba todo cerrado y ya no quedaba en casa nada de nada.


Entre los múltiples anuncios de la televisión y la aparición de sus nuevas estrellas, con rapidez (o eso intenté, que el mando suele ser muy escurridizo) agarré ese cacharro mágico y cambié de cadena, más que con rapidez con desesperación. Mis experiencias con la televisión de un tiempo a esta parte están siendo surrealistas, con partidos de fútbol con comentaristas que hablan de todo menos de lo que ocurre en el césped y muñecos moviéndose por la pantalla, publicidad de ellos mismos como si fuese todo una especie de Gran Hermano que se fagocita, morros barrera antivillanos y pausas en el mejor momento de ‘La túnica sagrada’. Como suele pasar, con el susto acabé viendo una película horrenda, ‘Smile 2’ (eso significa que hubo ‘Smile 1’, tierra trágame) pero así están las cosas, tobillo roto, lluvia, agujetas por la fisioterapia, más lluvia, un trueno (eso fue cortesía del altísimo) y todo cerrado, un viernes de lo más domingo, solo faltaba que perdiera el Madrid para mandarle pésames a mis amigos merengues.


La columna sale el Domingo de Resurrección, enhorabuena a los católicos. Y a los que nos gusta ‘Cavaleria Rusticana’, que se desarrolla en Sicilia en Pascua. Aunque Santuzza no pudiese entrar en la iglesia por haber sido seducida por Turiddu. No sé si a los nuevos fichajes de la tele les dejarían entrar en la iglesia en la Sicilia del XIX. Mucha seducción veo yo por ahí… y mucho morro.

La tónica sagrada

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