Kiev no baja la guardia pese a la promesa de Rusia de retirarse de la capital

Kiev no baja la guardia pese a la promesa de Rusia de retirarse de la capital

Aunque las tropas rusas están más alejadas del corazón de Kiev, la ciudad mantiene barricadas de sacos, barreras antitanque y controles militares casi en cada calle, y sus habitantes desconfían de la promesa de Rusia de reducir los ataques sobre la capital como gesto de buena voluntad para un alto el fuego.


"¿Si creo que se retirarán las tropas rusas? No, porque ya desde antes de la guerra se decía que no entrarían, había muchos rumores, desinformación, bulos... Por eso la gente aquí ya no confía en nadie, y menos en los rusos", asevera Shakir Medjitov, estudiante de medicina de 19 años.


Los equipos negociadores de Ucrania y Rusia se reunieron cara a cara el pasado martes en Estambul, por primera vez en más de dos semanas, un encuentro que se saldó con avances tangibles, reconocidos por ambas partes, y el compromiso ruso de reducir "drásticamente" la actividad militar en torno a la capital.


DESCONFIANZA HACIA LOS RUSOS

Pero ni el Gobierno ucraniano, ni la comunidad internacional, y desde luego, no los residentes de Kiev confían en las palabras rusas. "Las tropas no se retirarán, todos sabemos que tendremos que expulsarlas", sentencia tajante Shakir, nativo de Crimea, península al sur de Ucrania anexionada por Rusia a la que se negó a regresar al empezar la guerra.


Cada vez suenan menos las sirenas antiaéreas y el eco de la artillería en las afueras se ha ido debilitando, pero en el centro de Kiev domina una calma tensa: poca gente circula por la calle, solo están abiertos negocios esenciales, los comercios cerrados han vaciado sus escaparates para evitar saqueos y el toque de queda se respeta con celo.


Muchos kievitas aún no han superado el trauma de los intensos bombardeos que cercaron la capital las primeras semanas de guerra y todavía duermen en refugios, y es que el fragor de la batalla no se ha disipado en la ciudades colindantes de Bucha, Hostomel y Vorzel, ocupadas por Rusia a tan solo 30 kilómetros al noreste de Kiev.


Lo cierto es que todavía no se ha producido un "repliegue a gran escala" de tropas rusas en la provincia de Kiev, pero sí una "retirada parcial de algunas unidades", confirmó a Efe el portavoz del Ministerio de Defensa ucraniano, el coronel Oleksandr Motuzyanyk.


El coronel explicó que estas unidades se están "reagrupando" para reforzar el frente del Donbás, donde Rusia aspira a conquistar las provincias separatistas de Donetsk y Lugansk, aspecto corroborado después por el portavoz ruso de Defensa, Igor Konashénkov.


Según el Pentágono de EEUU, Rusia solo se ha movido el 20 % de sus efectivos en Kiev en las últimas 24 horas.


ATAQUES SIN TREGUA

"No confío en Rusia de ninguna manera", afirma Mikhail, de 35 años. ¿Qué tregua puedo esperar si tengo a tres familiares en Mariúpol. No se si están vivos o muertos. Mi tía y mis primos, probablemente estén muertos", afirma con una mezcla entre tristeza y enfado sobre la situación de esa ciudad del sur bajo asedio de las tropas rusas durante más de un mes.


Mikhail es de Ilovaysk, ciudad de la provincia de Donetsk donde se produjo una cruenta batalla en 2014, y dice conocer bien las "artimañas rusas": "Entonces y ahora, no están atacando objetivos militares, bombardean edificios de viviendas. Han destrozado Járkov y era una ciudad rusófona", apostilla.


Según este ucraniano, que no dudo en presentarse voluntario para luchar en el frente pero fue rechazado por diabético, la única salida es quedarse para defender Kiev como civil y mantener la ciudad en funcionamiento. "Si todo el mundo se va, qué vamos a comer o de qué vamos a vivir", se pregunta.


Otro que nunca se planteó marcharse de Kiev es Vlad, un joven de 20 años que integra un grupo autogestionado de voluntarios que protegen la seguridad de su barrio, en el distrito de Shevchenko, donde levantan pequeñas barricadas, supervisan el estricto cumplimiento del toque de queda y evitan saqueos y sabotajes.


LA SEGURIDAD DE LOS BARRIOS

"Hago esto porque quiero sentirme más seguro, cualquier cosa que sirva para proteger mi calle o mi barrio, ayuda a crear un clima de seguridad", señala Vlad sobre este grupo formado por unos 34 vecinos de Shevchenko que busca liberar a los cuerpos de la Policía y las Defensas Territoriales de "tareas rutinarias".


No tienen experiencia militar alguna y solo han recibido un entrenamiento mínimo de manejo de armas y primeros auxilios, pero la mayoría porta una pistola pequeña, comprada de forma particular. En todo Kiev unos 200 jóvenes integran estos grupos de vigilantes civiles.


Vlad, estudiante de aviación civil antes de la guerra, cuenta con orgullo que durante las patrullas nocturnas, solo en su barrio, ya han interceptado a "dos ucranianos que colaboraban con los rusos", tras hallar mensajes y fotografías en sus teléfonos que probarían esa "traición".


Sobre el repliegue de tropas rusas en la capital también es escéptico. "Los últimos acontecimientos muestran que no podemos confiar en ellos. No tenemos certezas de nada. Me temo que nuestros soldados seguirán listos para el combate por un tiempo y los ciudadanos tendrán que seguir durmiendo en los refugios", vaticinó el joven kievita. 

Kiev no baja la guardia pese a la promesa de Rusia de retirarse de la capital

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