La festividad de Reyes, aparte de ser época de presentes, tiene consolidado un obsequio de los que se aplica el dicho que “a nadie le amarga un dulce”. Se trata del apetecible roscón. Su origen parece retrotraerse a la época de los romanos, como expresión de superar el “solsticio de invierno”. La elaboración en los últimos tiempos se refiere a una composición con base a la harina, huevos, mantequilla, azúcar, completado con rellenos variados de nata, crema, cabello de ángel, o bien moca, trufa y chocolate.
El producto final, una vez elaborado requiere un acabado de adornos en forma de rodajas de frutas escarchadas, y como colofón algunas figuras de reyes en papel-cartón e incluso en algunos establecimientos una sorpresa interior. El final requiere embalajes creativos en papel o cajas con buena presentación y labores de marketing. La amplia y variada oferta empresarial de panadeiros y forneiros de la Costa da Morte tiene verdaderas pócimas guardadas con celo las labores cultivadas a través del tiempo, con mejoras en los tiempos con recetas de gran éxito.
En lo que concierne a los precios, las cadenas de distribución ofertan cotizaciones muy variadas en función del tamaño y acabado, desde pequeñas desde 9 euros, a otros más elaborados, creativos y de mayor peso en los que el precio final con rellenos supera los 20 e incluso llega a 32 o más euros. Jornadas como la de ayer convierten a las panaderías y pastelerías en verdaderos santuarios en los que se hace procesión o colas largas desde temprana hora para adquirir una o varias pieza con las que endulzar la mesa.
En la capital de Bergantiños existen desde hace décadas pastelerías y panaderías consagradas en la confección del roscón. Destacan San Luis, donde este año imprimieron nuevas tendencias con Kinder y pistacho que causó furor, amén del panettone de pistachos, de excelente aceptación. La incorporación de Pan Ignacio también resultó un revulsivo, con variedad de matices de sabores, y alta producción en su amplia red de distribución.
El Forno Novo alcanzó los 800 roscones; Alfonso de Bértoa rondó los 600, y en las panaderías de A Brea, Élida Mesejo comercializó ayer medio millar de roscas, y Lita otra cantidad destacada. Benigno Andrade de Ardaña, Añón de Barís-Rus, con casi 900 roscas cada uno, mientras que A Milagrosa rondó las 500, además de otra cantidad destacada en la panadería Razo.
En la localidad larachesa sobresalen A Balsa y Herminia, donde a la calidad tradicional suman innovación, con una producción de casi 1.500 roscones en cada uno, en tanto que en Paiosaco panadería Suso superó las 800 roscas con un toque nuevo de roscón “rei mago” entres colores (crema pasteleras, nata y trufa).