No puedo extraerme a los ríos de tinta, las palabras pronunciadas y las imágenes recibidas de la gran catástrofe que han vivido por tierras valencias y en comunidades limítrofes. No voy a entrar en relatarles lo que sucedió en aquella tarde y noche infernal en la que las aguas segaron numerosas vidas y que miles de personas se quedasen sin todo lo que habían construido a lo largo de su vida.
Quiero profundizar en algo que me ha estado oprimiendo desde la noche en la que los incontrolados torrentes de agua quedaron reflejados en nuestra retina por medio de las dramáticas imágenes que se nos fueron ofreciendo desde las distintas cadenas televisivas. Me quedé prácticamente sin dormir para seguir las noticias que me llegaban por los distintos medios, aunque de entre todos ellos me incliné por los tremendos relatos que me llegaban a través de las ondas sonoras y las numerosas cadenas de radio que dedicaron muchas horas a contar lo que había sucedido en una tierra tan productiva y fértil como la valenciana.
Han sido largos días de discrepancias, desacuerdos, falta de entendimiento y, sobre todo, de actuaciones políticas dentro de aquel paradigma tan concurrido y que hemos oído tantas veces: “¡Y tú más!”. Una exclamación que con demasiada frecuencia se hacen y reprochan los políticos para descalificar al rival que hace lo mismo pero elevándolo a la enésima potencia.
No es el tiempo ni la hora de los reproches. Es el momento en el que los representantes del pueblo, que son los depositarios de nuestros votos, unan sus fuerzas para trabajar de forma acompasada y al unísono para entre todos intentar ir poniendo remedio a una tragedia que por desgracia se va a prolongar mucho tiempo, yo diría que demasiado, en un largo camino que solo se puede recorrer, teniendo en cuenta sus numerosas dificultades, si se camina de forma acompasada e intentando cubrir los tiempos que son de tanta importancia para aquellas personas que lo han perdido todo.
El momento de conocer las posibles culpabilidades en toda la gestión no es ahora. Ahora lo prioritario es que los moradores de aquellas tierras devastadas sientan que los responsables de las distintas administraciones, encabezadas por los políticos, trabajen acompasadamente y no intentando conseguir el rédito político que es como da la impresión que se están comportando muchos responsables partidarios.
La unidad es fundamental. La rentabilidad en la búsqueda del voto no tiene ahora cabida. Los moradores de aquellas tierras no pueden seguir notando que los políticos en vez de unirse intentan obtener el rendimiento mejor para las siglas que representan. Las personas que son votantes y contribuyentes, se merecen que los representantes del pueblo estén en sintonía con ellos. No hacerlo así va a significar que se sienten totalmente abandonados y la rabia contenida llegará a límites insospechados.