Los 1,4 millones de euros invertidos en el polígono industrial de Malpica solo han servido para criar malvas tras quince años. Este parque empresarial, uno de los grandes proyectos que se ejecutaron tras la catástrofe del Prestige, es el único de toda la Costa da Morte que todavía sigue desierto y su objetivo de favorecer “la implantación de empresas que generen empleo y favorezcan la inversión” se ha quedado sobre el papel. 

Pese a que las 20 parcelas del parque empresarial malpicán están entre las más baratas de la comarca –entre 58,50 y 60 euros el metro cuadrado–, lo cierto es que los terrenos no resultan atractivos para las empresas que encuentran en polígonos cercanos – mucho mejor comunicados y desarrollados– como Carballo y A Laracha, mejores opciones. 

Para tratar de dar un vuelco a esta situación se han barajado distintas opciones. Una de ellas, presentada en 2020 por SEA, fue ofrecer seis parcelas bajo régimen de derecho de superficie, lo que permite a las empresas asentarse en el parque sin necesidad de comprar las parcelas pagando por un terreno de mil metros cuadrados unos 75 euros al mes. No obstante, la  iniciativa no ha dado sus frutos. 
También se planteó la posibilidad de crear un espacio coworking, que permita a distintos proyectos empresariales compartir instalaciones, pero se quedó solo en una propuesta. 

Así las cosas, después de quince años de su inauguración podría considerarse al parque empresarial malpicán como uno de los pocos fracasos de la sociedad Suelo Empresarial del Atlántico.