Cientos e incluso miles de peregrinos llegan cada día a la capital gallega al concluir el Camino de Santiago y muchos de ellos buscan qué hacer tras su llegada. La primera opción podría ser volver a casa, pero dejarían atrás otras experiencias que ofrece la ciudad compostelana, su entorno y, por extensión, Galicia.
Prolongar el camino hasta Muxía y Fisterra (en cualquier orden), aventurarse en la Costa da Morte con la Ruta dos Faros y aprovechar las zonas verdes de Santiago son distintas opciones que eligen los peregrinos para alargar su estancia y descubrir qué “hay algo más allá” del Camino, tal y como lo expresan algunos que lo experimentan.
Claro está que la falta de tiempo para quedarse más en Galicia es uno de los impedimentos para muchos de los visitantes. “Por motivos de trabajo, nos quedamos hoy en Santiago para ir a la Catedral, vemos a la familia, haremos noche, otro día más con la familia y ya nos vamos”, relata una caminante recién llegada. “Ahora, de momento, no tengo planeado visitar otra zona. Volverme a casa, coger el tren y volver”, reconoce otro peregrino, que dedicará un día a recorrer Santiago “incluido su gastronomía, que es muy buena”.
Para todos aquellos peregrinos que sí tienen tiempo y ganas de prolongar su estancia en la comunidad o en su capital, la directora de Turismo de Galicia, Nava Castro, subraya que, “lógicamente”, lo que busca quien hace el Camino de Santiago “es el contacto con la naturaleza”. “Y en Galicia ofrecemos todo eso: siete parques naturales, siete reservas de la biosfera, el Geoparque de O Courel, 1.700 kilómetros de costa, 300 afloraciones termales... Todo ello invita a ese peregrino que elige Galicia”, explica Nava Castro, sin dejar de mencionar otros itinerarios como la Ruta das Camelias y la Ruta do Viño, que recorren espacios emblemáticos de las Rías Baixas. “Galicia es pequeña, pero en pocos kilómetros tienes una diversidad que la hace atractiva a todo aquel peregrino que la quiere seguir estudiando”, resume la responsable de Turismo de la Xunta.
Santiago “no era suficiente”
El Camino de Fisterra y Muxía, con destino en ambos municipios costeros a menos de 90 kilómetros de Santiago, es –para desconocimiento de muchos– una de las posibles rutas jacobeas a escoger y la única que tiene como punto de partida y no como final la capital gallega.
La directora de Turismo de Galicia destaca que “casi todo el mundo que llega a Santiago quiere continuar” hasta el mar. Según las estimaciones de la Administración autonómica, las ‘fisterranas’ y ‘muxianas’ –certificaciones homólogas de la ‘compostelana– entregadas anualmente son “como mínimo” unas 100.000. Eso sí, Castro advierte que “un 30 o un 35 por ciento” de los peregrinos que realmente hacen el Camino “no retiran la ‘compostela’, bien porque no quieren o bien porque son repetidores”. Por esto mismo, cabría pensar que los que llegan a Fisterra y Muxía sobrepasan el recuento.
En Muxía, en el entorno del Santuario da Virxe da Barca, el número de turistas al uso se nota superior al de peregrinos que extienden su Camino. Nicole, una estadounidense de Nueva Jersey que hizo la ruta jacobea en dos ocasiones, reconoce que “recomendaría” continuar tras Santiago, que tiene un ambiente “más loco”. “Me encanta esto”, dice, señalando al mar de Muxía, para animar a aquellos que tengan tiempo a seguir hasta la costa.
Esta también es la recomendación de Anitta y Christian, dos peregrinos surafricanos que hicieron el Camino desde Francia y consideraron que llegar a Santiago “no era suficiente”.
“Cuando empiezas a hablar con otros peregrinos, escuchas sobre el océano, Muxía y Fisterra, y de verdad te hace querer ir más allá, y esto es increíble”, señala Anitta, desde el entorno del santuario.
Su compañero, Christian, insiste en que “hay un montón de lugares” que ver y lamenta que la gente “pasa de largo y no se toma cinco o diez minutos para sentarse, incluso una hora”, a contemplarlos. “No hay motivos para apurar”, añade Anitta.
“Algo más allá del Camino”
José Antonio, de Ciudad Real, cuenta que fue el único de su grupo que decidió continuar más allá de Santiago y lo hizo en bicicleta: “El camino de Fisterra a Muxía es espectacular. Es un paseíto de 30 kilómetros muy agradable entre bosques y viendo el mar”. Y es más, afirma que “hay servicios por todos los sitios y buenos”, mientras que “la señalización es perfecta”, mejor de lo que esperaba. “Tienes un mojón cada 500 metros, creo que es imposible perderse”.
Jaris Amor, peregrina y escritora, confiesa que desconocía la ruta y que fue al llegar a la capital gallega cuando supo que había “algo más allá”: “Llegar a Santiago para mí fue emocionante, pero no tanto como llegar a Fisterra o aquí (a Muxía)”. Esta mujer, que se confiesa “sensible a las energías” de esta localidad, no dudó en prolongar su estancia una semana porque “algo le llamó”. Lo que más disfruta es “hablar con otros peregrinos” y poner en común cómo terminar el Camino supone “un duelo” para ellos.
Decidió quedarse unos días en el Albergue @Muxía, cuyo dueño, José María Lago, explica que “cada vez vienen más” peregrinos, principalmente por el ‘boca a boca’ entre ellos. Tras el parón por la pandemia, las cifras se van levantando “poco a poco”.
Cuando los caminantes le preguntan qué hacer por la Costa da Morte, Lago les recomienda múltiples actividades, aparte de lugares para descansar, playas en las que bañarse y “buenos restaurantes para comer”. También les sugiere acercarse hasta Camariñas o, incluso, hasta A Coruña.
Pero el que menciona como uno de los platos fuertes de la zona es la Ruta dos Faros, otro itinerario de 200 kilómetros que une Malpica con Fisterra y que, si bien “tiene pocos albergues”, confía en que irá ganando potencial “en el futuro”.
Laura y Juan, una joven pareja de Alicante, comenzaron este camino en Arou (Camariñas) y al finalizar en Cabo Fisterra resaltan que “ha merecido la pena” haber indagado un poco y visitar esa “Galicia un poco alternativa”. “El paisaje es precioso. Lo que más me ha sorprendido son las playas. Hay playas aquí más grandes que Menorca entera y son preciosas”, destaca Juan, mientras Laura bromea con que cada arenal que visitaban les hacía plantearse si debían quedarse “un día más”.
“Conocer la Costa da Morte con sus leyendas, sus acantilados, sus ‘mouras’ y sus ‘meigas’ está muy bien”, resume el joven desde el entorno del faro de Fisterra, municipio bastante acostumbrado a la visita no solo de peregrinos, sino también de turistas al uso.