Tras bloquear los presupuestos de 2023 y tumbar su última medida fiscal estrella de incentivos a inversores extranjeros, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha roto su alianza con Vox en el cierre de la legislatura, alentada por la cercanía de las elecciones del 28 de mayo.

Con una relación que llevaba meses languideciendo, este último rechazo de Vox a la medida que Ayuso abanderaba para contrarrestar el impuesto a las grandes fortunas del Gobierno, ha sido el detonante de su divorcio final, si bien ambas formaciones necesitan marcar sus diferencias ante la cita electoral en una batalla por el votante del mismo espectro político.

DE SER SOCIOS PREFERENTES A "CADA UNO SU CAMINO"
Tras la ruptura del Gobierno de coalición con Ciudadanos en 2021, Vox le ha permitido aprobar 27 proyectos legislativos desde su apoyo en la investidura, pero el bloqueo de los presupuestos hizo que la relación se deteriorara y, desde aquello, los reproches de la presidenta por no poder aprobar las cuentas han sido continuos.

También hizo mella en la alianza que Vox se sumara a las críticas de la izquierda por el conflicto sanitario en Atención Primaria y, en el pasado, con la comisión de investigación de los fallecidos en residencias en la pandemia.

Han pasado de ser socios preferentes a las subidas de tono constantes en cada sesión de la Asamblea a cuenta de cuestiones como la derogación de la Ley Trans autonómica, el aborto, la inmigración o las subvenciones a sindicatos, además de los reproches por tumbar el proyecto de presupuestos.

El último pleno celebrado en la Asamblea de Madrid reflejó que las relaciones entre Ayuso y Monasterio son insalvables, con la presidenta madrileña invitando a Vox a que "cada uno siga su camino" y lamentando su "deriva" por los últimos bloqueos, además de la moción de censura al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que la dirigente del PP ha criticado duramente.

¿RUPTURA TEMPORAL?
Sin embargo, puede que estén predestinadas a entenderse en el futuro tras los comicios ya que, según las encuestas, Ayuso se acerca pero no alcanza aún su ansiada mayoría, por lo que necesita marcar distancias con Vox para seducir al votante de centro o izquierda.

Fue lo que ocurrió en las elecciones del 4 de mayo, en las que ganó en 177 de los 179 municipios de la región con voto prestado de formaciones como Ciudadanos y también del PSOE, y a lo que Ayuso aspira.

Necesita sumar más apoyos de la izquierda pero también de la derecha, por lo que ha aprovechado la oportunidad que le ha brindado la fallida moción de censura del Congreso para culpar a Vox de beneficiar a Pedro Sánchez para que haga gala de "la propaganda gubernamental" a dos meses de las elecciones.

También ha lanzado mensajes de carácter nacional y discursos que calan en el electorado del partido de Santiago Abascal, como el aborto con el que cree que "se pierde una vida" aunque "tiene que haber libertad para hacerlo", o la Ley Trans, que anunció que derogará como reclamaba Vox, y hará una nueva que sea de contrapeso a la ley estatal.

Vox, por su parte, también trata de marcar terreno frente al PP, escenificado en el bloqueo a las deducciones para atraer inversión por estar reservadas solo para los inversores procedentes del extranjero y no para los madrileños, o el veto al proyecto del Ejecutivo madrileño de la Agencia de Ciberseguridad por considerarla un "chiringuito", en concordancia con su discurso político.

Además, Monasterio ha recriminado al PP los bloqueos constantes de las propuestas de Vox y sus "ataques", que apuntan como maniobra "por orden" del líder nacional, Alberto Núñez Feijóó, para que el socio prioritario de los populares sea el PSOE.

La cita en las urnas marca las estrategias de ambas formaciones, que ya han activado toda la maquinaria electoral para recabar más apoyos, en el caso de Ayuso para ampliar sus mayorías y Vox para ser más determinante en un futuro Gobierno.