El Bergantiños no acaba de arrancar en su propio campo, en donde está dilapidando buena parte de lo que consigue cuando juega lejos de As Eiroas.
Después de golear a domicilio en Langreo (1-4), el pasado domingo el equipo volvió a caer derrotado en casa, esta vez ante el Marino de Luanco (1-2), ante el que encajó los dos goles en acciones a balón parado, además de desperdiciar un buen número de aproximaciones.
Los reiterados traspiés como local pueden acabar atenazando al equipo y mermando su confianza, aunque el entrenador del conjunto rojillo espera que no ocurra así y se muestra contundente al respecto.
“No podemos estar todos los días dándole vueltas a si es mejor para nosotros jugar fuera o en casa. Tenemos que asumir que el campo es el que es, olvidarnos de excusas y sacar los partidos adelante”, declara Jorge Cuesta.
Lo que sí reconoce es que las dimensiones no demasiado amplias de As Eiroas hacen que los rivales “estén más cerca de nuestra portería y ahí no estamos siendo todo lo contundentes que deberíamos”.
Pese a todo, el preparador vigués prefiere centrarse en los aspectos positivos para tratar de superar la mala racha en casa: “Ante el Luanco, por más que jugamos en un campo del que se dice que nos sentimos incómodos, creamos muchas ocasiones de gol y tuvimos el partido bastante controlado”, dice, a la vez que recuerda que en anteriores tropezones en As Eiroas, salvo el sufrido ante el Compostela (0-4), el equipo generó lo suficiente en ataque como para no salir derrotado.
Para él la solución para salir del bache parece clara: “Lo que tenemos que hacer es ganar para limpiarnos la cabeza”.
En relación al encuentro ante un rival directo en la lucha por la permanencia como el Luanco, el técnico reconoce que fue un partido tremendamente condicionado por el viento, que provocaría que cada equipo tuviese el control y las ocasiones cuando lo tenía a favor.
Cuesta apunta incluso que no tenían claro si de salida sería mejor jugar con ese fenómeno meteorológico a favor o en contra, eligiendo finalmente la segunda opción.
“En la primera parte estuvimos incómodos pero fue la fase más igualada del partido, en la que la consigna era rasear el balón para tratar de contrarrestar el fuerte viento. En la segunda fuimos claros dominadores y en los primeros 15 o 20 minutos dispusimos de muchas llegadas y de ocho o diez ocasiones de gol. Al final el partido se volvió loco porque nosotros queríamos ganar y ellos se limitaron a esperar por alguna contra. Así llegaría el 1-2 en una acción aislada y por un fallo nuestro cuando el Marino no daba sensación de peligro”, resume el vigués.
Cuesta achaca la derrota a la falta de acierto a la hora de la definición y a los despistes defensivos: “Son errores que condicionan mucho, algo que ya nos pasó más veces. Hay días en los que no te pasan factura, pero en otras ocasiones esos detalles hacen que pierdas el partido”.