Mariah Oliver (Madrid, 1982) fue la primera ‘latin queen’ en España, la primera mujer que formó parte de una banda juvenil. Tras pasar por la cárcel y sufrir un periplo judicial de más de una década, aportó su experiencia a una investigación sobre estos grupos en ciudades como Madrid, donde se necesita “una tregua” que solo puede alcanzarse con la “mediación”.
Oliver, que fue condenada por pertenencia a la organización en el primer golpe contra la cúpula de los Latin King en el país, destacó que las bandas son ahora “una moda” de la que quieren formar parte adolescentes cada vez más jóvenes.
Aunque continúa preguntándose por las decisiones o factores que la llevaron a unirse a la causa de aquellos “chavales ecuatorianos” que eran la novedad en su pueblo de la sierra de Madrid, aseguró que uno de los principales factores de riesgo en la actualidad, además de la desatención de los menores, es la “ausencia de pensamiento crítico” que se agudiza entre ellos como consecuencia del “autoritarismo” ejercido por los padres durante la infancia.
“Si no permitimos que nuestros hijos nos discutan, estamos educando a chavales maleables para que después llegue otra persona que también les da órdenes y a la que tampoco van a discutir”, incidió Oliver, que lanzó su libro ‘Latin Queen’, donde relata y reflexiona sobre su paso por la banda y cómo condicionó su vida.
Esa experiencia le condujo hasta el proyecto ‘Transgang’, una investigación en el ámbito universitario donde participó analizando la huella de las bandas juveniles en doce ciudades, entre ellas Madrid, “un caso de fracaso” para el que propone, en primera instancia, la “mediación” para alcanzar “una tregua” que frene la escalada de violencia, con seis crímenes el pasado año.
A la clase política, reprochó que “el problema” les parezca “lo de menos” y lo utilicen como una carta más para sacar “rédito electoral”. Oliver dijo que “está todo por hacer” por parte de las administraciones, pero que “la rueda ya está inventada” por las asociaciones vecinales, de barrio y los grupos de educadores y trabajadores sociales, ya que “saben lo que funciona”, pero necesitan que se les escuche y se les dote de recursos. Oliver hizo hincapié en la necesidad de “trabajar de abajo hacia arriba”.
Para alcanzar esa tregua en ciudades “calientes” como Madrid, la investigadora resaltó la “implicación de toda la sociedad” como uno de los ingredientes clave. Así, señaló a los medios de comunicación como un actor que “ha sido parte del problema” al “simplificar” la cuestión de las bandas a una “lucha de territorios o de colores” y pidió reflexionar sobre las carencias sociales, la desatención familiar de los menores, las masculinidades en estos grupos, las alternativas de educación.
“Debemos ampliar el foco y visibilizar aquello que lleva a un chaval a pensar que lo mejor que puede hacer es salir a la calle con un machete para apuñalar a otro”, sentenció. Solo así, según Oliver, se detendrá la violencia.