Ana Rodrigo.
Los episodios de temperaturas extremas afectan a la salud física y mental de las personas mayores: residencias calurosas, más horas encerrados en casa, menos actividad al aire libre, vecinos y familia de vacaciones son algunas de las razones principales que afectan a este grupo de edad.
Además de las recomendaciones comunes a todos (mucha hidratación, comidas ligeras o evitar la exposición al sol), responsables de residencias, geriatras y familias aportan a EFE consejos y estrategias para que los mayores pasen lo mejor posible la canícula.
Gobierno y comunidades acordaron el pasado mes de mayo poner en marcha un "escudo climático" con medidas de protección para centros residenciales ante situaciones de calor extremo, como adecuar las instalaciones con climatización en todos los espacios, con especial énfasis en los que ocupan las personas que tienen dificultades de movilidad.
También, modificar los horarios, la vestimenta de trabajadores y usuarios, ofrecer más hidratación y elaborar protocolos con los cambios, la identificación precoz de situaciones de riesgo y la coordinación con el sistema sanitario.
"Cada vez que se anuncian olas de calor ponemos en marcha en los centros protocolos: evitamos los paseos en los jardines y que las actividades sean fuera, y si lo son, las hacemos a primera hora; ofrecemos zumos y agua cada cierto tiempo a los residentes para evitar deshidrataciones", explica el presidente de Federación Empresarial de la Dependencia (FED), Ignacio Fernández-Cid.
También se adaptan los menús, aunque en los centros suele haber dietas establecidas para el verano y el invierno. "En esos días ofrecemos más ensaladas y platos más fresquitos, pero las personas mayores reclaman que siga habiendo lentejas y garbanzos y si no los hay, se quejan para que los haya", asegura Cinta Pascual, responsable del Círculo Empresarial de Atención a las Personas (CEAPs).
"Algunos mayores no soportan el calor, pero son más los que tienen más problemas con el frío y te piden que les cambies de sitio porque les da el aire o enseguida se ponen una chaquetita", añade la presidenta de una de las patronales de centros residenciales.
La madre de Mariví Nieto vive en la Residencia de Mayores de Alcorcón, una residencia pública de la Comunidad de Madrid, y pasa la mayor parte del tiempo en su habitación.
"Todos los veranos nos encontramos con este problema, aunque cada vez son más frecuentes las olas de calor y los mayores son muy vulnerables porque se deshidratan continuamente. Estamos muy preocupados por el tema de la refrigeración, el mantenimiento deja mucho por desear, la mitad de las veces están estropeados, en las habitaciones no hay aire acondicionado, solo en zonas comunes y pasillos", comenta.
"En las habitaciones se acumula el calor, no se pueden abrir las ventanas totalmente, no basta con bajar las persianas y no hay ni un triste ventilador, es insoportable estar en esos espacios, por eso yo le llevé uno a la residencia y espero que lo estén conectando, cuando voy a visitarla al menos sí lo encienden", dice.
Las diferencia de temperatura entre las diferentes estancias les afectan mucho, apunta: "Cogen catarros y son personas con múltiples patologías".
El doctor Eduardo Delgado Parada, especialista en psiquiatría y geriatría, destaca la importancia de consultar a las personas mayores sobre lo que desean hacer en vacaciones: "Hay que preguntarles qué es lo que harían y respetar su opinión; algo que parece tan obvio, la mayoría de las veces no se da".
"Aunque el hijo piense que va a estar mejor en otro lugar, con mejores instalaciones y con la familia, el padre puede no ser de la misma opinión y prefiere quedarse en casa porque no le apetece el bullicio o porque quiere mantener sus rutinas de horarios de comida o de programas de televisión", señala el especialista.
En estas semanas de altas temperaturas, aconseja evaluar la medicación de los mayores por si es necesario ajustar algunos tratamientos, como los destinados a regular la frecuencia cardiaca y la tensión, que pueden verse interferidos por las temperaturas más altas y los cambios en la alimentación.
"Algunos familiares se llevan a sus padres unos días de vacaciones; yo tengo cuatro hijos, cada uno se va a para un sitio y no tienen que estar para cuidarnos, quiero mucho a mis nietos y biznietos pero en esta época deben estar con sus padres y disfrutar juntos porque están en el colegio todo el año", cuenta Tomás Plaza Carlavilla, que vive en la Residencia Adolfo Suárez, de Madrid.
"Yo he hecho ya muchas vacaciones con ellos y aquí en la residencia estoy con mi mujer muy fresquitos y tan a gusto; vienen a vernos muy frecuentemente y ya nos vale", reconoce a EFE este jubilado de 83 años.
Una opción que eligen algunos mayores que no viven en centros mientras sus hijos están de vacaciones. "Nos demandan la estancia en verano algunas familias que se van por ejemplo a la costa; el mayor es el primero que dice que no le apetece ir porque va a sudar mucho y porque las casas de veraneo no son tan cómodas como la primera vivienda", asegura Fernández-Cid, responsable de la patronal mayoritaria del sector.
Estas estancias temporales de unos 10 o 15 días mientras la familia está fuera de su domicilio, "no son muchas y dependen de que haya plazas disponibles" en los centros, concluye Pascual.
La Fundación Grandes Amigos, organización de acompañamiento a mayores que están solos, programa "escapadas de verano" para que 130 de las personas que ya participan en sus actividades y con menos oportunidades de salir de sus casas puedan disfrutar de unos días de vacaciones junto a un voluntario.
"Hay gente que piensa que los mayores no tienen esa necesidad de vacaciones y de escapar de la rutina, pero se detecta un aumento de la soledad en estas fechas; son personas que tienen una red social muy reducida, ven cómo se han ido sus vecinos de vacaciones y se encierran en sus casas por el calor", cuenta el portavoz de la entidad José Angel Palacios.
"Son viajes de viernes a domingo a destinos como la sierra de Madrid o pueblos tranquilos en otras comunidades que tengan hoteles adaptados; realizan actividades de convivencia con otros mayores y también con su voluntario que duerme con él y siempre le acompaña. Pueden ser de un día si la persona necesita ir a su casa a dormir. Es un programa saludable para el estado mental y anímico", destaca.
El perfil mayoritario es femenino, de unos 80 años, que viven solas y con problemas de movilidad. Como María Luisa, de 79 años, que hace cinco años que no ha viajado. "Quiero ir a las vacaciones de Grandes Amigos para conocer gente, pasarlo bien y divertirme, porque yo aquí estoy sola. No tengo a nadie", apunta.