Más allá de la genética: descubren cómo la edad transforma tu cintura (y qué se puede hacer)

El aumento de la grasa abdominal en la mediana edad no es simplemente una cuestión de que las células de grasa existentes crezcan, sino que implica la producción activa de nuevas células grasas
Más allá de la genética: descubren cómo la edad transforma tu cintura (y qué se puede hacer)

No es ningún secreto que la cintura tiende a expandirse al llegar a la mediana edad, pero el problema va más allá de lo estético. La grasa abdominal acelera el envejecimiento y ralentiza el metabolismo, incrementando el riesgo de desarrollar diabetes, problemas cardíacos y otras enfermedades crónicas. Sin embargo, la manera exacta en que la edad transforma un abdomen plano en una barriga más prominente ha sido hasta ahora un misterio.

 

Recientemente, una investigación preclínica llevada a cabo por científicos de City of Hope ha arrojado luz sobre los mecanismos celulares que impulsan este aumento de la grasa abdominal que comúnmente ocurre al alcanzar la madurez.

 

Este trascendental estudio, publicado en la revista Science, no solo desvela los entresijos biológicos de este fenómeno, sino que también identifica un nuevo objetivo para futuras terapias destinadas a combatir esta acumulación de grasa relacionada con la edad y, potencialmente, a prolongar una vida saludable. 

 

La comprensión de estos procesos a nivel celular es fundamental, ya que la prevalencia de obesidad y sus comorbilidades asociadas continúa siendo un desafío de salud pública a nivel mundial.

 

Claves de salud

La investigación se centró en el tejido adiposo blanco (WAT, por sus siglas en inglés), que constituye la principal reserva de grasa en el organismo y está particularmente implicado en el aumento de peso asociado al envejecimiento, especialmente en la región abdominal

 

Es una observación común que, con el paso de los años, las personas tienden a experimentar una disminución de la masa muscular y un incremento de la grasa corporal, incluso cuando su peso total se mantiene relativamente estable. Este cambio en la composición corporal subraya la importancia de no solo considerar el peso en la balanza, sino también la distribución de la grasa en el cuerpo como un indicador clave de salud.

 

En este contexto, los científicos se enfocaron en las células progenitoras de adipocitos (APCs), que son células madre presentes dentro del WAT y tienen la capacidad de diferenciarse en células de grasa maduras, conocidas como adipocitos.

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Tradicionalmente, se pensaba que el aumento de la grasa abdominal con la edad se debía principalmente al incremento del tamaño de las células de grasa existentes. Sin embargo, este nuevo estudio revela que el WAT también se expande mediante la producción de nuevas células de grasa, lo que sugiere una capacidad de crecimiento potencialmente ilimitada. Este descubrimiento cambia la perspectiva sobre cómo se acumula la grasa con la edad, e indica que la proliferación celular juega un papel crucial.

 

Para profundizar en este mecanismo, el equipo de investigación llevó a cabo una serie de experimentos con ratones. Trasplantaron APCs provenientes de ratones jóvenes y de ratones mayores en ratones jóvenes. Los resultados fueron reveladores: las APCs obtenidas de los ratones de mayor edad generaron rápidamente una gran cantidad de nuevas células de grasa. En contraste, cuando se trasplantaron APCs de ratones jóvenes a ratones mayores, la producción de nuevas células de grasa no fue tan pronunciada.

 

Los resultados obtenidos sugieren que las APCs de los ratones viejos adquieren una capacidad intrínseca para crear nuevas células de grasa, una característica que parece estar programada en las propias células y no depender únicamente del entorno del organismo receptor. La naturaleza recíproca de este experimento, donde células de diferentes edades se trasplantan a huéspedes de diferentes edades, fortalece la conclusión de que el cambio fundamental reside en las APCs.

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 Proliferación de adipocitos I FAYETTE REYNOLDS

Utilizando una técnica de vanguardia llamada secuenciación de ARN de célula única, los científicos compararon la actividad genética de las APCs en ratones jóvenes y mayores. Descubrieron que las APCs en los ratones jóvenes mostraban una actividad mínima, mientras que en los ratones de mediana edad se volvían altamente activas, lo que impulsaba la producción de nuevas células de grasa

 

Este hallazgo sugiere que el proceso de envejecimiento de alguna manera "desbloquea" el potencial de las APCs para multiplicarse y expandirse. Esta activación genética marca un punto de inflexión en la capacidad de las células madre adiposas para generar tejido graso. Además, la llegada a la madurez parece transformar las APCs en un nuevo tipo de célula madre denominada preadipocitos comprometidos específicos para la edad (CP-As) que se caracterizan por una activa producción de nuevas células de grasa, lo que explica por qué los ratones de mayor edad tienden a ganar más peso, especialmente en la zona abdominal. 

 

De manera significativa, los investigadores también identificaron células CP-As similares en muestras de tejido adiposo humano de individuos de diversas edades, y estas células resultaron ser más numerosas en las personas de mediana edad. Esta concordancia entre los hallazgos en modelos animales y en muestras humanas subraya la relevancia traslacional del estudio y sugiere que un mecanismo similar podría estar operando en el aumento de la grasa abdominal en humanos con la edad.

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Un descubrimiento crucial fue la identificación de una vía de señalización conocida como receptor del factor inhibidor de la leucemia (LIFR) como un elemento fundamental para la multiplicación y el desarrollo de estas células CP-As en células de grasa maduras. 

 

Si bien los ratones jóvenes no parecen necesitar esta señal para producir grasa, los ratones mayores sí dependen de ella. Con lo que los científicos concluyeron que el LIFR desempeña un papel clave en la activación de las CP-As para que creen nuevas células de grasa y contribuyan al aumento de la grasa abdominal en los ratones de mayor edad. La identificación de esta vía de señalización específica abre la puerta a la exploración de posibles intervenciones terapéuticas dirigidas a modular su actividad.

 

Controlar las nuevas células

Las implicaciones de estos hallazgos para la salud humana son significativas. Comprender que la acumulación de grasa abdominal con la edad se debe, en parte, a la producción de nuevas células de grasa y al papel de las CP-As y la señalización LIFR, resalta la importancia de controlar la formación de estas nuevas células para abordar la obesidad relacionada con la edad.

 

El conocimiento del papel de las CP-As en los trastornos metabólicos y cómo surgen durante el envejecimiento podría conducir al desarrollo de nuevas estrategias médicas para reducir la grasa abdominal y mejorar la salud general y la longevidad. Esta investigación proporciona una base más sólida para comprender por qué la grasa abdominal se asocia con un mayor riesgo de diabetes y problemas cardíacos, ya que ahora se conocen mejor los mecanismos celulares subyacentes.

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Prevención y longevidad

El camino hacia un futuro más saludable implica ahora seguir profundizando en el comportamiento de las células CP-As en modelos animales y observarlas en humanos para comprender completamente su ciclo de vida y su impacto en el metabolismo. 

 

Esta observación pionera ha desvelado un aspecto fundamental del envejecimiento y el metabolismo, al revelar que el aumento de la grasa abdominal en la mediana edad no es simplemente una cuestión de que las células de grasa existentes crezcan, sino que también implica la producción activa de nuevas células grasas por parte de las APCs, un proceso impulsado por la aparición de las CP-As y la señalización LIFR

 

Si bien estos descubrimientos representan un avance significativo, aún quedan interrogantes por responder. Por ejemplo, los desencadenantes precisos para la activación de las APCs y la formación de las CP-As aún no se conocen completamente, y se necesitan más analisis para comprender los efectos a largo plazo de la manipulación de estas células y vías de señalización. 

 

No obstante, esta investigación sienta las bases para el desarrollo de futuras terapias dirigidas a combatir la acumulación de grasa abdominal relacionada con la edad y, en última instancia, a mejorar la salud y la calidad de vida en la madurez.

Más allá de la genética: descubren cómo la edad transforma tu cintura (y qué se puede hacer)

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