Con las nuevas canciones de “Seremos”, nacidas durante la pandemia, un nuevo vistazo a sus anteriores temas y una propuesta más teatralizada, Ismael Serrano se volverá a subir mañana a las tablas del Colón (20.30 horas) para volver a contar sus historias al público coruñés.
¿Cómo nació “Seremos”?
Gran parte de las canciones nacen en el confinamiento. El título se formula en futuro porque tiene vocación de hacer una llamada a levantar la mirada, para hacer planes en un contexto en el que es difícil hacerlos, no sucumbir al desaliento. No hablo de la pandemia, no fui capaz de escribir de manera explícita lo que estaba pasando. Necesitaba cantarle a esa vida que había quedado congelada, cantarle a todas esas cosas que habíamos perdido. Son canciones con vocación de abrir ventanas a la esperanza en un momento en el que el valor terapéutico de la música es más importante que nunca.
La falta de estímulos externos tuvo que hacer difícil componer sin caer en la desesperanza.
No, no fue complicado. La música es un espacio de encuentro para entender que no se está solo, y cuando te sabes acompañado, te haces más fuerte ante la adversidad, porque recuperas tu consciencia en lo que respecta a tu capacidad para influir en el futuro. Una de las cosas caracterizó el confinamiento era la sensación de que habíamos perdido el control de nuestras vidas, pero la música tiene ese carácter terapéutico, nos sentimos acompañados, para levantar la mirada y saber que tenemos capacidad de influencia en nuestras vidas.
Celebra 25 años de carrera, ¿se hace complicado no caer en los mismos tópicos?
Ese es el reto. No ser autocomplaciente y no perder el contacto con la realidad, ese cordón umbilical que te nutre. Ese es el reto del escritor, de cualquier creador de contenidos, no repetirse o, por lo menos, si uno se repite, ser capaz de no perder la chispa. Hay artistas que se repiten mucho, pero se repiten muy bien (ríe), tienen un sello característico que aparece inevitablemente, pero sigue teniendo esa magia, esa luz. Se trata de tener algo que contar. En ese sentido, aun hay historias por contar, supongo que aparecerán ciertas características, o tics, en algunas canciones y que tendré que revisar, pero, al menos, creo que tengo historias nuevas que contar.
En un mundo de algoritmos, querer contar historias quizá no llama tanto la atención.
Los cantautores competimos de forma desigual con otros géneros. Creo que el algoritmo penaliza ciertos tipos de contenido, sobre todo los que invitan a la reflexión. Soy consciente de esa tiranía del algoritmo que va a posicionar tu propuesta, probablemente, no en los primeros puestos. También me pregunto en qué manera el algoritmo influye en nuestra forma de crear, porque creo que muchos artistas crean en función del algoritmo, de cómo les premia. Nos entregamos a las redes como si fuesen la panacea a los problemas, incluso de la música, y creo que responde a un ciberfetichismo que no da respuestas reales a los problemas de la industria.