Si alguien tiene autoritas para dirigirse a los españoles es el Rey Felipe que el día de Nochebuena volvió a entrar en millones de hogares para reivindicar la democracia liberal, la Constitución del 78 y el consenso social en torno a ella, el “pacto de convivencia”… y para hablar de otros asuntos que preocupan a los españoles en un mensaje denso y preciso con el que nos interpeló a todos, a dirigentes y ciudadanos, con una claridad meridiana.
Su primer recuerdo fue para la DANA que arrasó Valencia y Letur en Albacete, “un hecho difícil de asumir” que puso al descubierto las fallas del modelo autonómico. La empatía de los Reyes con los pueblos anegados quedó patente en los viajes a la zona, en el recuerdo a los que perdieron la vida y en reclamar que las ayudas lleguen ya para que los miles de afectados puedan reconstruir sus vidas
El segundo mensaje lo dirigió a la clase política a la que exigió que cumpla con su deber de serenar el debate público, “no para evitar la diversidad de opiniones, legítima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de un espacio compartido”. Que la contienda política legítima, pero en ocasiones atronadora, dijo el Rey, no impida escuchar la demanda social aún más clamorosa de serenidad.
En el tercer eje de su discurso habló de los dos problemas que más preocupan ahora a los españoleas. La inmigración “que requiere una buena gestión y una integración respetuosa basada en el reconocimiento de la dignidad de las personas”, y la vivienda que necesita que todos los actores implicados reflexionen y busquen soluciones que faciliten su alcance en condiciones asumibles.
El Rey trazó todo un programa de actuación y comportamiento para todos los políticos, del gobierno y de la oposición. Pero cuando el Rey habla, los políticos reaccionan al dictado de aquel refrán “predícame frade que por unha orella me entra e por outra me sae”. Es ya un clásico que PSOE y PP aplaudan el mensaje, pero lo que dice el Rey no va con ellos, nunca se dan por aludidos ni toman nota de sus palabras para actuar en consecuencia. Algo peor aún ocurre con los grupos nacionalistas e independistas –el 6,5 % de los votos- y Sumar, todos socios del Gobierno, que arremeten contra el Rey con los mismos argumentos de años anteriores.
Dicho esto, que nadie sucumba a la depre o a la tristeza por esta situación política. El Rey hizo una llamada al optimismo: “Me lo habéis oído decir muchas veces… España es un gran país. Una nación con una historia portentosa y modélica en el desarrollo democrático de las últimas décadas…”.
Un gran país que ahora está necesitado de líderes, de ideas y programas; de un gobierno y una oposición más responsables que le devuelvan la democracia de calidad. Pues que esa ilusión y esperanza presidan la noche de mañana. ¡Feliz año!