Ellos merecen nuestra atención, no son invisibles

Para la gran mayoría las personas sin hogar, los que vemos en muchos puntos de la ciudad, son totalmente invisibles. Algo que desde hace más de tres décadas vienen denunciando entidades, organizaciones  y colectivos que trabajan en el campo de lo social y que de nuevo ponen en marcha una campaña que finalizará el domingo 27 de octubre cuando se celebra el Día de las Personas sin Hogar con el lema “Caminemos juntos”, Una campaña que contó con la participación de personas sin hogar  que en primera persona han trasmitido quienes son, cuál es su historia y lo que piden como individuos, comunidades y sociedad en general.


Lo que para nosotros es autocuidado para ellos es una tragedia, porque si ya en la cotidianeidad sobrevivir es un desafío, subsistir en estos tiempos es heroico, sobre todo si se tiene como techo las estrellas o lugares más que insalubres.


Las entidades convocantes de estas jornadas reivindicativas son testigos de cómo sigue en aumento la vulnerabilidad en muchas personas y familias que no pueden  acceder a su derecho a una vivienda digna y adecuada. De ahí que sea necesario seguir actuando como sociedad para denunciar ante las administraciones públicas sobre la realidad que están viviendo estas personas y para que se les respeten sus derechos humanos.


Profundicemos en las cifras que siempre son demarcadoras de la pura realidad. Citemos a Cáritas Española que el año pasado acompañó a 42.336 personas sin hogar, un 7,2% más que el año anterior. Dos de cada diez son mujeres y la mitad de nacionalidad española.


La falta de un techo obliga a estas personas a afrontar a diario una serie de obstáculos que impiden su integración plena en la sociedad, la falta de intimidad, las dificultades de acceso a un trabajo decente y a una vivienda adecuada, las trabas para acceder a los trámites ante la administración pública, como puede ser el empadronamiento, o los problemas de salud física y mental.


Otro dato: el 29,9% de las personas sin hogar declaran no tener ninguna fuente de ingresos. De ahí que sea necesario abordar el sinhogarismo desde sus raíces, ofreciendo apoyo integral y soluciones sostenibles para quienes se encuentran en esta situación.


En la campaña que se desarrolla a lo largo de la esta semana se ofrecen testimonios de personas sin hogar que cuando se incorporan el mercado laboral tienen grandes problemas. Como prueba las palabras de uno de ellos: “Yo entré a trabajar en un sitio, donde algunos sabían que yo estaba en la calle, y ya empezaron los chantajes. Estaba trabajando bien y de repente llegó el jefe ‘¿tú estás en la calle? Es que gente así aquí... Luego falta algo y ya no sabemos quién ha sido’”. En verdad tremendo, duro y despiadado.


Se prevé que el volumen real del sinhogarismo sea mucho mayor. Desde esta realidad también se creó la Estrategia Nacional contra el sinhogarismo en España (2023-30). Una iniciativa que comparten múltiples colectivos y entidades que debe convertirse en ley de obligado cumplimiento si se quieren dar pasos hacia adelante.

Ellos merecen nuestra atención, no son invisibles

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