La debacle económica que sufre Sri Lanka desde hace meses ha tenido un especial impacto en los niños en edad escolar, cuyas familias se debaten entre mandar a sus hijos a las aulas o sacrificar comidas de su dieta al no disponer de suficientes ingresos para hacer frente a gastos como el transporte.
La crisis de combustible, junto a la subida de precios de los alimentos y los altos niveles de inflación, que se situó el pasado agosto en un 66,7 %, según el Departamento de Censos y Estadísticas de Sri Lanka, dificulta el día a día de muchas familias.
"Los padres tienen que elegir entre enviar a sus hijos a la escuela o alimentar a sus familias. Esa es la situación en la que nos encontramos ahora. Es desgarrador", afirmó a Efe Renuka Karunaratne, de una aldeana del distrito norteño de Mullaitivu.
Para tratar de hacer frente a esta situación, Karunaratne organizó un programa para proporcionar comida los fines de semana a las familias de su aldea, habitada en su gran mayoría por agricultores de arroz.
Sin embargo, "el cultivo de este año se vio gravemente afectado por la prohibición de los fertilizantes. Ahora estamos tratando de cultivar vegetales, pero eso tampoco tiene éxito", lamentó.
El Gobierno del entonces presidente Gotabaya Rajapaksa prohibió el año pasado el uso de fertilizantes en busca de cultivos únicamente orgánicos, una medida que, pese a que se levantó siete meses después al demostrarse catastrófica, castigó severamente a los agricultores con menos recursos, incapaces de recuperar los cultivos, a lo que se suma ahora la escasez de productos químicos.
AUMENTO DEL ABANDONO ESCOLAR
La crisis económica que enfrenta Sri Lanka por la merma de sus reservas de divisas extranjeras y el gran endeudamiento ha provocado que el 60 % de los niños abandonen la escuela, en algunos casos en busca de un empleo para ayudar en la economía familiar, indicó en una conferencia en Colombo el director de la ONG Teach For Sri Lanka, Jeremy De Zilwa.
Por su parte, el director regional de Unicef, George Laryea-Adjei, remarcó en un comunicado que 4,8 millones de niños, casi la mitad de los menores de Sri Lanka, precisan algún tipo de asistencia urgente por la crisis actual y el parón de dos años debido a la pandemia.
"La educación de los niños se ve obstaculizada por la crisis actual de muchas maneras: los niños ya no obtienen la comida caliente y nutritiva que solían tener en la escuela antes de la crisis, carecen de artículos de papelería básicos y sus maestros luchan con el transporte" ante la escasez de combustible, señaló.
Es por ello que muchos de ellos, como es el caso de la hija mayor de Ruwangika Nadeeshani, sacrifican parte de sus horas lectivas quedándose en casa, para que sus familias puedan traer dinero mientras ellos se encargan de cuidar de sus hermanos menores.
"Entiende que estamos escasos de dinero. Ella misma sugiere quedarse en casa y estudiar porque ir a la escuela algunos días es una pérdida de dinero", dijo a Efe Nadeeshani.
MAESTROS SIN RECURSOS
Pero esta crisis económica también afecta a algunos de sus maestros, que no pueden acudir todos los días a la escuela debido a los altos costos de transporte.
"Aunque nuestros hijos vayan a la escuela, los maestros no vienen. Es una verdadera crisis", manifestó Nadeeshani.
Algunos maestros y directores han tomado la decisión de dormir en la escuela para reducir gastos y garantizar así la educación de sus alumnos.
Pero para algunas familias, la situación en el país resulta insostenible y buscan desesperadamente un trabajo en el extranjero para que sus hijos puedan recibir la educación que merecen.
"No hay forma de que podamos ganar dinero en Sri Lanka y mantener a nuestros hijos. Tanto mi esposo como yo estamos planeando encontrar trabajo en el extranjero. Queremos que nuestros hijos tengan una buena educación y no sufran así", sentenció Nadeeshani.