Esperanza y temor se mezclan en Sudán horas antes de la entrada en vigor este lunes de un nuevo alto el fuego entre el Ejército y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), que no han respetado ninguna de una decena de pausas alcanzadas desde el inicio del conflicto, el 15 de abril.
En esas infracciones de las últimas semanas se basan los temores de la castigada población de Jartum, sobre todo porque la gran parte de los combates se desarrollan en la capital, incluidos los barrios residenciales, que hoy mismo fueron escenario de violentos enfrentamientos con armas ligeras y pesadas.
Según dijeron residentes a EFE, se han oído desde primeras horas de la mañana sonidos de explosiones y tiroteos de armas antiaéreas cerca de las posiciones de las FAR en la parte meridional de la ciudad de Um Durman, en el oeste de Jartum.
Enfrentamientos similares tuvieron lugar en el sur de la capital, donde varias casas temblaron por las fuertes explosiones mientras aviones militares sobrevolaban el área, en un aparente intento del Ejército y las FAR de reforzar su posición militar antes del comienzo de la nueva pausa, que dará inicio a las 18.45 GMT.
En virtud de esa nueva tregua de siete días, acordada el sábado en Arabia Saudí y mediada por el reino árabe y Estados Unidos, el Ejército y las FAR se comprometen a facilitar la llegada y la distribución "en todo Sudán" de ayuda internacional urgente.
También a proteger a los civiles y al personal humanitario, y a evitar ocupar o utilizar instalaciones civiles o de servicios, las sedes de telecomunicaciones u hospitales, para fines militares, prácticas que han paralizado la vida en Jartum y han dejado el sistema sanitario al borde del colapso.
"Espero que cumplan esta vez con la tregua (...) quiero ver a mi madre", dijo a EFE Aisha Abdalá, de 55 años y residente en el este de Jartum, tras afirmar que no ha podido ver ni comunicarse con su madre "enferma", que permanece en Um Durman desde el estallido de los combates.
"Yo también sufro de presión arterial alta (...) se han acabado mis medicinas desde hace dos semanas y no hay farmacias donde podamos comprar otras", se quejó.
Los enfrentamientos en Jartum, donde las FAR ocupan numerosas instalaciones civiles, y donde han sido saqueados numerosos bancos, viviendas e incluso misiones diplomáticas, han privado a la mayoría de la población de servicios básicos como el agua y las telecomunicaciones, y han agudizado la situación de inseguridad.
Sin embargo, las numerosas pausas alcanzadas con fines humanitarios, todas de tres días con excepción de la que finalizó el 11 de mayo, de una semana, han aliviado hasta cierto punto el castigo que pesa sobre la población civil.
Algunos comercios y farmacias han reabierto sus puertas, y los habitantes de numerosos distritos han podido salir en busca de alimentos, agua o medicinas, aunque en medio de múltiples quejas por su escasez o porque sus precios se han disparado.
"Espero que este alto el fuego sea permanente para que podamos arreglar un poco nuestra vida", dijo por su parte Ozmán Jairy, un maestro, quien se quejó de no haber recibido su salario, como otros miles de sudaneses, debido al cierre de la mayoría de los bancos.
"Todo lo que tengo no me alcanza para una semana", agregó Jairy, tras afirmar que si se concreta la nueva tregua llevará a su familia a residir "temporalmente" con sus parientes en su estado natal Sennar (sureste), donde la situación es más segura.