En las dos sesiones con las que se ha saldado la primera semana del juicio del Alvia el foco ha estado en la declaración del maquinista. Ahora habrá que esperar al día 13, cuando se retomará la acción penal con otra jornada decisiva ya que será la testifical del exdirectivo de Adif, el otro acusado.
En el arranque de la vista oral en la Ciudad de la Cultura situada en Compostela ha habido tensión, una agresión de carácter leve y se han visto las primeras estrategias. Apenas dos jornadas han dado de sí lo suficiente como para desmenuzarlas en un abecedario.
El Alvia que cubría el trayecto Madrid-Ferrol descarriló el 24 de julio de 2013 a las 20:41 horas en la entrada a Santiago. Su conductor, Francisco José Garzón Amo, uno de los dos imputados, ha contado en sala que tenía formación para la vía 2 (con señales de precaución y parada), pero no para la 1, donde se produjo el accidente.
Garzón Amo ha relatado que no había señal alguna, ni semafórica, ni baliza, ni "nada de nada", que le conminase a ir bajando la velocidad a la que se movía. El Adif instaló balizas en la curva después.
Ha insistido el maquinista en que su conducción era buena y en que nunca dejó de prestar atención a la vía. Los datos del viaje, registrados, corroboran que antes del trágico siniestro sí había estado atendiendo a todas las indicaciones. Iba a la velocidad máxima, la prefijada, para cumplir con el horario. Esto es habitual.
Andrés Cortabitarte, responsable de la seguridad en la circulación del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias por aquel entonces, ha conseguido un aplazamiento de su declaración al alegar su abogado, Ignacio Sánchez, que no está del todo bien tras el leve golpe recibido por el padre de una de las víctimas mortales, que ya ha pedido perdón por ello.
Garzón Amo ha lamentado que no estuviese operativo el sistema ERTMS que permitiría detener el tren, evitando un posible percance ante un fallo humano.
El maquinista, en la actualidad prejubilado, ha criticado que su formación se redujese a 32 horas de duración con prácticas en una locomotora 334 diésel aislada, sin vagones. En declaraciones tras el impacto que causó 80 muertos había dicho que la preparación a la que Renfe les obligaba era "demasiada".
Garzón Amo ha contado que avisó al jefe de seguridad en la zona de la reducción drástica a la que obligaba la curva de A Grandeira, el último giro antes de llegar a la capital gallega.
El maquinista ha contado que fue llevado del hospital al calabozo con traumatismo torácico, fractura de tres costillas, neumotórax y una herida inciso contusa en la cabeza.
Sobre la llamada recibida del interventor de a bordo para informarle de que en Pontedeume (A Coruña) tendría que parar en un andén determinado para facilitar la bajada de unos viajeros con necesidades especiales, ha asegurado que estaba obligado a atenderla. La conversación duró 100 segundos y lo "desubicó". En sede judicial no ha usado el término despiste; en la instrucción, sí.
En el edificio que acoge la vista hay nuevas normas de seguridad para sortear eventuales incidentes.
Garzón Amo ha asegurado que es "absurdo" pensar que con una señal de 80 kilómetros en plena curva, sin ninguna otra antes, podría haber bajado abruptamente la velocidad. Iba a más del doble de la máxima permitida.
Letrados personados en la causa, hay muchos, han pedido otra disposición y otra organización del espacio. La jueza María Elena Fernández Currás se ha comprometido a atender esta demanda en lo posible a medida que avance el procedimiento.
Garzón Amo ha explicado que estaba obligado a llevar el teléfono corporativo encendido, que eso no tendría que entrañar riesgo alguno, pero que, con todo, no había recibido una formación para su uso. En unas recomendaciones hechas en julio de 2011 la dirección de seguridad en la circulación de Renfe advierte de que incluso el "manos libres" puede conducir a un error y que cuando sea necesario hacer uso del teléfono por emergencia, avería o una disfuncionalidad, hay que corroborar que no exista riesgo y limitar la conversación "a lo estrictamente necesario".
El maquinista ha vuelto a pedir perdón a las víctimas y ha lamentado no poder haber evitado el desgraciado choque.
Garzón Amo avisó de que no podía salir de la cabina, ni siquiera romper una ventanilla para auxiliar a los viajeros.
Garzón Amo ha dicho no haber firmado documento alguno en el que él asumiese riesgos extra. ¿Renfe o Adif le comunicaron riesgos?, fue la pregunta de su abogado, Manuel Prieto, a lo que él contestó que no y recordó que es obligación de esas empresas públicas evaluar los peligros para proteger a viajeros y personal.
Consultado por su letrado, el único al que ha respondido Garzón Amo, por si cree que Renfe y Adif tenían medios para evitar el resultado por todos conocido, el maquinista ha contestado que lo que le ocurrió a él, con los medios que hay ahora, sería imposible que sucediese.
Garzón Amo ha apuntado que a días del accidente no estaba en condiciones de declarar, pues aparte de quejoso, no se encontraba psíquicamente bien como para ello. "Es criminal que me sacasen del hospital con tres costillas rotas y un tubo que me habían puesto para extraerme sangre de la pleura".
Garzón Amo ha ahondado en que no había modo alguno de reducir la marcha. "Frené, pero fue imposible".
Garzón Amo ha declarado haber perdido la "conciencia situacional", término estudiado que repitió varias veces. Creyó que estaba en el túnel anterior, el de Marrozos.
Hay 32 túneles en 36 minutos. Garzón Amo ha descrito la vía como "monótona".
La curva de A Grandeira no se ve con antelación suficiente, estas han sido sus propias palabras, y no pudo ubicarla.
"Que las víctimas me perdonen", ha solicitado, y ha lamentado que el accidente sirviese, a su entender, de análisis y evaluación de riesgos, enmendando posteriormente, y no antes, las carencias de seguridad, "para desgracia de las víctimas y mía también".
Muchas de las víctimas que siguen el juicio están recordando estos días los últimos mensajes enviados por los suyos a través de esta aplicación de mensajería instantánea.
La sentencia saldrá cuando se cumpla el décimo aniversario del accidente. Se suceden las quejas por la lentitud de la justicia.
"Perdón, perdón, perdón". Uno de los instantes más sobrecogedores de lo vivido hasta la fecha ha sido cuando el abogado del maquinista entró de lleno en el siniestro y le recordó que no podía ayudar ni, luego, yacer tumbado en el suelo. En el hospital estuvo en una silla.
La defensa de Andrés Cortabitarte y la Abogacía del Estado creen que de algún modo Garzón Amo ha zozobrado y al no poder preguntarle por sus supuestas contradicciones, puesto que él solo accedió a contestar a su abogado, han solicitado incorporar como documental sus declaraciones anteriores.
El Ministerio Público ha apoyado la petición. La magistrada presidenta se ha negado. Ahora recurrirán y la Audiencia Provincial de A Coruña resolverá esto.