El mal tiempo es el peor enemigo de cualquier fiesta campestre. En Carballo alrededor de las 8 de la mañana de la jornada dominical empezó a caer una fina llovizna que, aunque duró apenas media hora, fue suficiente para mojar la hierba del Bosque do Añón, escenario de la esperada Festa do Bosque con la que Carballo despidió un año más la programación del San Xoán.
El condicionante meteorológico no hizo mella alguna en el ánimo de los cientos y cientos de carballeses que acudieron a disfrutar de la singular cita. Los primeros en llegar al privilegiado paraje fueron las avanzadillas de los distintos grupos familiares y de amigos encargadas de la logística, esto es de trasladar buena parte de las viandas, montar carpas, mesas y parrillas y preparar las brasas para los asados.
La música de Os Revenidos, que se encargaron de amenizar la sesión vermú, y la aproximación de la hora de comer, sirvieron para atraer a los últimos rezagados.
La progresiva mejoría meteorológica a partir de primeras horas de la tarde realzó una fiesta que durante la sobremesa se convierte en un espacio de sana convivencia y disfrute colectivo, con actividades singulares que son ya verdaderas señas de identidad de la Festa do Bosque.
Es el caso del concurso de sobremesas y de licores caseros; de unos juegos populares en los que cada año participa más gente, grandes y pequeños; y del campeonato de barcos de papel.
Una sesión musical acabaría poniendo el broche de oro a esta concurridísima edición de la Festa do Bosque