Los cementerios de la Costa da Morte se llenaron este viernes de visitas, como ocurre cada 1 de noviembre, Día de Todos los Santos. La coincidencia de la jornada festiva a viernes y el buen tiempo animaron todavía más a acudir a los camposantos para honrar a los seres queridos. Un padre, una madre, un hermano, un abuelo, un hijo... La lista es inmensa cuando se trata de recordar y honrar a los difuntos, al igual que el dolor, sobre todo cuando se despide a personas demasiado jóvenes que fueron arrebatadas muy pronto. 

María acude cada 1 de noviembre y siempre que puede a llevar flores a su hija,  fallecida hace unos años después de una larga enfermedad. Carmen repite la misma rutina para recordar a su marido, al que perdió hace solo unos meses. José hace más de cuarenta años que quedó huérfano de padre, siendo él todavía un niño y al que apenas recuerda debido a su corta edad. Las historias de estas tres familias en Carballo, Vimianzo y Zas son extensibles a toda la Costa da Morte, puesto que las pérdidas no entienden de territorio, ni de edad, ni de estatus social. 

Durante toda la jornada las visitas a los cementerios fueron continuas. Aunque en la mayoría se hicieron de mañana, al tiempo que acudían a la misa de Todos los Santos, también hubo otros que fueron de tarde. En Carballo, el cura párroco José García Gondar ofició la tradicional misa y oración comunitaria en la necrópolis a las cinco de la tarde, con una asistencia masiva. Los más rezagados aprovecharon para adecentar previamente las lápidas y colocar las flores, aunque la inmensa mayoría ya lo hizo en las jornadas previas y ayer lucían en todo su esplendor. En parroquias de Cee, Corcubión y San Pedro de Buxantes (Dumbría) el párroco Desiré Kouakou hizo lo propio de mañana y de tarde, repitiendo el ritual de recordar a los difuntos y a todos los santos tanto en los camposantos como en el templo.

Este sábado Día de Difuntos las celebraciones litúrgicas continuarán en la Costa da Morte.