La ingeniera e informática gallega Ana Freire Veiga lidera un proyecto centrado en el uso de la Inteligencia Artificial para identificar conductas suicidas en las redes sociales sobre el que hablará este jueves en una nueva sesión del ‘Ciclo de Conferencias Aida Fernández Ríos’ que celebran la Real Academia Gallega de Ciencias y la Diputación de Pontevedra.
Freire Veiga es profesora titular y vicedecana de Impacto Social e Innovación Académica de la UPF Barcelona School of Management, de la Universitat Pompeu Fabra, y coordina el proyecto STOP (acrónimo de Suicide prevenTion in social Platforms).
Este proyecto, dirigido desde la UPF Barcelona School of Management de la Universitat Pompeu Fabra y que involucra a diversos organismos catalanes junto a las universidades de Lyon y Suiza, analiza las redes sociales en busca de patrones asociados a diversas enfermedades mentales, prestando especial atención al suicidio.
Así, investigadores, psicólogos y psiquiatras, informa el comunicado remitido a la prensa este martes, estudian la expresión en las redes sociales de la depresión, las tendencias suicidas y los trastornos de la conducta alimentaria a través de análisis de texto, imágenes y la actividad de los usuarios.
Por ejemplo, estudian si los usuarios tienen actividad durante las horas de sueño o si comentan o demuestran interés por determinados temas, y a partir de ahí entra en juego la Inteligencia Artificial para poder extraer patrones comunes en usuarios de alto riesgo.
“Este trabajo ha permitido aprender características diferenciadas entre los grupos de alto riesgo y libre de riesgo para cada uno de los casos estudiados: depresión, suicidio y trastornos de conducta alimentaria, ha dicho en un comunicado la investigadores gallega.
Toda esa información, explica esta ingeniera, ha sido la base para lanzar campañas en redes sociales dirigidas a colectivos identificados en cada uno de los grupos estudiados, lo que ha derivado en un incremento del 60% en el número de llamadas procedentes de redes sociales al Teléfono de Prevención del Suicidio.
“Este es un claro ejemplo de que la Inteligencia Artificial, utilizada de forma responsable, puede repercutir muy positivamente en la sociedad”, ha afirmado Freire Veiga.
“Esta responsabilidad implica que el tratamiento de datos se haga de manera completamente anónima, es decir, no es posible identificar, con los datos recopilados, ninguna cuenta empleada para entrenar los algoritmos desarrollados”, concluye.