El hábito de tomar una copa de vino por la noche, a menudo visto como una forma de relajarse y aliviar el estrés, tiene considerables implicaciones para nuestra salud física y mental, según ha revelado un análisis reciente publicado en Psychology Today.
Aunque, inicialmente, el alcohol puede generar una sensación de calma, este efecto es efímero. A medida que los efectos placenteros desaparecen, la ansiedad puede reaparecer, incluso con mayor intensidad que antes. Con el tiempo, este patrón puede dificultar el manejo del estrés y los trastornos del estado de ánimo.
Además, lo que comienza como una copa ocasional para desconectar puede transformarse sigilosamente en una rutina nocturna. El cuerpo desarrolla tolerancia al alcohol, lo que significa que se necesita una mayor cantidad para sentir los mismos efectos. A nivel emocional, el alcohol puede embotar no solo el estrés, sino también la alegría, la conexión y la motivación, dejando a la persona con una sensación de vacío en lugar de relajación.
Otro aspecto importante a considerar es el impacto del alcohol en el sueño. Muchas personas recurren a una copa para conciliar el sueño, pero en realidad interfiere con la arquitectura del descanso. Si bien puede facilitar quedarse dormido más rápido, reduce la calidad del sueño, lo que conlleva a mayor fatiga, irritabilidad y dificultad para afrontar el estrés al día siguiente.
El alcohol ha sido clasificado oficialmente como un carcinógeno del Grupo 1 por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, la misma categoría que el amianto, la radiación y el tabaco. Esta clasificación resalta la importancia de ser conscientes de los riesgos asociados al consumo regular de alcohol, incluso en cantidades aparentemente moderadas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que no existe un umbral seguro de consumo de alcohol. En una declaración publicada en The Lancet Public Health a finales del año pasado, enfatizaba que cualquier cantidad de alcohol conlleva un riesgo para la salud, particularmente en lo que respecta al cáncer. De hecho, incluso el consumo ligero de alcohol está vinculado a un riesgo significativo, y las pruebas no apoyan que los posibles beneficios cardiovasculares del alcohol superen los riesgos de cáncer.
La costumbre de la copa de vino nocturna puede tener consecuencias insidiosas para la salud mental, la calidad del sueño y aumentar el riesgo de enfermedades graves. Ser consciente de estos costos ocultos es crucial para tomar decisiones informadas sobre hábitos de consumo de alcohol.