Mentiras en el quiosco

El buen periodismo se caracteriza por publicar y difundir noticias veraces y opiniones independientes para que lectores y oyentes conformen una valoración lo más real posible de lo que está ocurriendo en su entorno próximo y más lejano.


Pero hoy circulan por la red con el mismo rango noticias verdaderas y falsas, bulos y verdades a medias (está ocurriendo en la Comunidad Valenciana después de la catástrofe apocalíptica de la semana pasada) y en todos estos casos encuentran adeptos porque hay mucha gente “crédula” que tiende a dar veracidad a todo lo que se le presenta.


En Nueva York alumnos de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia llevaron a un quiosco de prensa varias portadas con noticias falsas publicadas previamente en Internet como ciertas. Algunas tan alucinantes como que “las estrellas de Hollywood se drogan con sangre de bebé” y esta otra “Hillary Clinton pidió al FBI entregar uranio a los rusos” (hace pocos días el candidato Donald Trump lanzó el bulo de que los haitianos se comían las mascotas).


Esa docena de noticias falsas fueron recopiladas por los futuros periodistas para demostrar con qué facilidad una mentira puede presentarse como verdad en un país donde el 75% de los ciudadanos no distingue una información falsa de una verdadera, según un estudio de Ipsos Public Affairs. En esta iniciativa de los estudiantes muy pocos “lectores” percibieron el engaño.


Pero la credulidad no es exclusiva de los americanos. Un estudio sobre desinformación y discursos del odio elaborado por Save The Children concluye que más de la mitad de los adolescentes españoles se informan “en exclusiva” a través de la red y les cuesta distinguir si una noticia es falsa o verdadera. Para salir de dudas recurren a familiares y amigos, lo que puede generar una cadena de desinformación porque esos familiares y amigos no siempre tienen criterio para distinguir entre lo verdadero y lo falso.


La red democratizó el acceso masivo a la información, pero viendo la basura disfrazada de información que, en paralelo, circula por esos canales, muchas veces no es fácil distinguir las noticias verdaderas y las fake news y la exposición permanente a esta atmósfera tóxica pone en peligro el derecho a una información veraz y segura.


Combatir las fake news es un desafío crucial en la era digital ya que las informaciones falsas se propagan rápidamente y tienen un impacto considerable en la opinión pública, en la cohesión social y en nuestra vida democrática. En el caso de los adolescentes, el remedio está en educar desde la escuela en el pensamiento crítico que pasa por enseñarles a cuestionar y analizar la información que consumen y a preguntarse por las fuentes y los objetivos que persiguen. Esta educación también debe ser una prioridad para los adultos. Para que en las informaciones no nos cuelen gato por liebre.

Mentiras en el quiosco

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