Javier Milei, el economista que irrumpió en la política argentina con un discurso incendiario y una actitud irreverente, ha avanzado en 2024 en su ofensiva contra el Estado y se ha convertido en una figura emblemática de la ultraderecha regional e, incluso, global.
De 54 años y natural del barrio porteño de Palermo, Milei tuvo un ascenso meteórico en la política argentina gracias a sus estrambóticas apariciones televisivas, en las que se presentaba como un ruidoso y combativo economista libertario.
Su irrupción estuvo marcada por un rechazo visceral a la "casta política", un término que utiliza recurrentemente para descalificar a los actores de la política tradicional, aunque lo ha amoldado con el tiempo según su adversario de turno.
El triunfo electoral de Milei, primero en las elecciones legislativas que lo convirtieron en diputado en 2021 y luego en las presidenciales de 2023 que lo llevaron a la Casa Rosada, se debió en parte a su imagen de político outsider que impulsaba ideas novedosas y distintas a las de sus contrincantes.
Tras imponerse en los comicios generales de noviembre con el 55,65 % de los votos ante el candidato oficialista Sergio Massa, asumió el 10 de diciembre y en su primer discurso anticipó que el único camino para solucionar las dificultades económicas del país era el de un severo ajuste.
Ese ajuste ha avanzado con fiereza en los últimos 12 meses con un drástico recorte del gasto público y un desguace del Estado que se ha saldado con el cierre de más de una decena de ministerios, la pérdida de decenas de miles de empleos, la desaparición de ayudas y organizaciones sociales, la caída en la financiación de la educación y sanidad públicas y un aumento en la pobreza y la indigencia.
Estos efectos, si bien se presentan como la contracara de una exitosa y veloz estabilización de la macroeconomía, han sido impulsados abiertamente -y hasta celebrados con orgullo- por un Milei que no solo no ha moderado su retórica violenta sino que ha acusado de "tibios" a quienes le exigen que atenúe su discurso.
A pesar de esto, la popularidad del mandatario se mantiene por encima del 50 %, sus seguidores han demostrado lealtad absoluta y las proyecciones de su partido para las elecciones legislativas previstas para octubre de 2025 son cada vez mejores.
Este apoyo, sumado a la habilidad política de algunos de sus allegados en el Gobierno, le ha permitido negociar exitosamente algunas de sus iniciativas en el Congreso, donde aún cuenta con una estrecha minoría.
Uno de los focos principales de la gestión de Milei ha sido la política internacional, con más de una decena de viajes al exterior en los que se dedicó a tejer una red de alianzas con líderes ultraderechistas.
Más allá de su alineamiento incondicional con Israel y Estados Unidos, que ha respetado a rajatabla durante este año, el presidente argentino ha asistido a numerosas cumbres impulsadas por organizaciones o líderes conservadores y hasta albergó una edición de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Buenos Aires.
En ese encuentro repitió algunas de las advertencias que había lanzado en Davos y en la ONU sobre el avance del socialismo y los peligros a los que hace frente Occidente, y abogó por una "internacional derechista" con Argentina como "faro para el mundo" junto a gobiernos como los de Nayib Bukele en El Salvador y Donald Trump en Estados Unidos.
En paralelo, Milei ha insistido durante este año en la necesidad de avanzar con un cambio moral en la sociedad argentina, abandonando "las ideas empobrecedoras del colectivismo" para sustituirlas por el individualismo a ultranza que pregona su modelo "anarcocapitalista".
Para librar esta "batalla cultural", ha reclutado a algunos de los pensadores e 'influencers' más conservadores del país, que lo acompañan en su ofensiva contra "la estafa de los derechos humanos", el "feminismo radical" y la "aberración" de la justicia social, entre otras causas de la "progresía estúpida".
De cara al año próximo, Milei ha anticipado que no moderará sino que intensificará las políticas que ha implementado en 2024, ha prometido una "motosierra profunda" y ha anticipado grandes reformas en materia impositiva, previsional, laboral, penal, política y en seguridad nacional.
"Si pudimos hacer tanto con todo el mundo en contra, imagínense todo lo que podemos hacer con viento a favor. Podría ir el doble de lejos, el doble de rápido", anticipó este mes en su discurso por su primer aniversario en el poder, y sentenció: "Cuanto más chico el Estado, más grande la libertad".