El convoy con los 26 españoles y sus familias que querían abandonar Siria, incluido el personal de la embajada de Damasco, ha llegado ya a la frontera libanesa donde están haciendo los trámites para entrar en el país.
Así lo ha confirmado el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, en una entrevista este lunes en RNE.
La salida de estos ciudadanos se ha producido después del colapso del régimen de Bachar al Asad a manos de insurgentes liderados por el denominado Organismo de Liberación del Levante, que este domingo tomó la capital siria, provocando la huida del presidente.
El primer ministro sirio, Mohamed Ghazi al Jalali, denunció este lunes que Bachar al Asad, que recibió asilo político en Rusia después de ser derrocado por una coalición de facciones insurgentes, "tenía un escenario de dejar el país sumido en la anarquía".
Al Jalali, en una entrevista al canal de televisión Sky News Arabic, con sede en Emiratos Árabes Unidos, aludía a la huida de Al Asad sin que su Gobierno conociera su paradero, después de que la alianza insurgente liderada por el Organismo de Liberación del Levante (HTS, en árabe) tomara el control de Damasco.
Indicó que en su última comunicación con el derrocado mandatario, antes de que el HTS declarara Damasco libre, le informó de que "la situación ya no era tolerable y él dijo 'mañana vemos'", y subrayó: "las cosas habían llegado a un callejón sin salida".
Denunció también el hecho de que a su Gobierno, designado en septiembre pasado, no se le permitía el contacto directo con el derrocado jefe de Estado, que gobernó el país durante más de dos décadas.
"La naturaleza de la estructura del régimen no permitía el contacto directo con Al Asad (...) estaba sólo en la toma de decisiones de la política exterior y no las discutía con nosotros", apuntó.
La coalición insurgente, integrada por una variedad de facciones, incluidas islamistas y proturcas, respondió de forma positiva a la disposición mostrada ayer por Al Jalili de permanecer en el puesto, con los miembros de su Ejecutivo, hasta el traspaso del poder a una nueva dirección del país para evitar el colapso de servicios básicos.
En este contexto, reafirmó que "existe una coordinación para reunirme con los dirigentes de las operaciones militares (del HTS), y no hay objeciones para encontrar a Abu Mohamed al Jolani", máximo líder de la alianza islamista.
Los insurgentes iniciaron el pasado 27 de noviembre su amplia ofensiva desde el noroeste sirio contra Al Asad, y logró controlar en apenas doce días las capitales de las provincias de Alepo, Hama y Homs antes de declarar Damasco libre ayer, domingo.
El derrocado presidente sirio había designado a Al Jalali como primer ministro el pasado 14 de septiembre, y su Gobierno -de 28 miembros- prestó juramento el 24 de ese mes.
La caída del gobierno de Bachar Al Asad en Siria cierra un ciclo político de más de 50 años y supone un cambio de paradigma para toda la geopolítica de Oriente Medio, una transformación innegable de la que, sin embargo, aún están lejos de saberse las consecuencias, las causas últimas ni si traerá paz, o guerra, o libertades, dijeron a EFE analistas.
Los numerosos factores externos e internos, tensiones y distensiones, alianzas y contraalianzas que mantenían la endeble posición del Gobierno sirio han quedado deshechos, y pocos vaticinios pueden hacerse salvo que Israel es el principal beneficiario estratégico; que Turquía gana muchísimos enteros en influencia en el país y que Irán es el gran perdedor en este juego.
Pero ahora quedan las dudas sobre qué papel tendrá el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, HTS), un descendiente directo de Al Qaeda que, si bien ha intentado enmendar su imagen hacia posturas más moderadas bajo el líder Abu Mohamed Al Jolani, que ha predicado tolerancia durante los doce días de ofensiva que terminaron con el Gobierno de Damasco, aún tiene mucho que demostrar.
También falta por ver qué pasa con los kurdosirios, enemigos de Turquía, aliados de EE.UU y cuya relativa independencia de acción puede ser una espina en cualquier arreglo regional.
"El colapso del régimen de Al Asad es un evento mayor para la región y en especial para el pueblo de Siria (...) pero su resultado dependerá de qué régimen se construye ahora. Los sirios comunes y corrientes no tienen muchas ganas de un gobierno despótico centralista, así que deberá ser un sistema que acepte las aspiraciones políticas de diversos sectores de la sociedad siria", resumió para EFE el profesor de Ciencia Política de la Universidad Americana de El Cairo, Sean Lee.
Lee, cuyo trabajo se centra en la situación de las minorías en Oriente Medio, subrayó que la tarea ahora para lograr ese resultado deberá tener en cuenta "no solo al núcleo de apoyo de la oposición" que ha derribado a Al Asad, ostensiblemente, los islamistas de HTS, a los kurdos del noreste, a los simpatizantes alauitas de Al Asad en la costa o los drusos de Al Sueida.
"Tomará un tiempo largo para que Siria recupere algo de soberanía tras más de una década de guerra, y habrá un continuo toma y daca para influenciar en la Siria fragmentada. Sólo el tiempo dirá si el HTS y sus aliados realmente cumplen con lo que dicen sobre construir una Siria libre", razonó.
Luciano Zaccara, profesor investigador del Centro de Estudios del Golfo de Qatar University en Doha, señaló que hasta que se sepa "qué se ha negociado, pues evidentemente se ha negociado", no se podrá aventurar qué pasará, salvo que habrá un periodo de "mayor inestabilidad".
Para Zaccara, "la desbandada del Ejército sirio, y que ni Irán ni Rusia hayan hecho todo lo que podían hacer para evitarlo... tal vez incluso con la llegada de Trump (Donald, a la presidencia de EE.UU) se haya negociado algo con Irán para garantizar algo a cambio de esta caída...", hacen pensar que algo se negoció entre los poderes regionales y globales.
Lo que sí está claro para el analista es que "el régimen de Asad estaba muy debilitado, desde hace muchos años", sostenido solo por Rusia e Irán con un acuerdo en 2020 "para mantener un 'statu quo' y evitar un mayor derramamiento de sangre".
"Pero el régimen estaba mas débil de lo que se pensaba y viendo la situación que se está desarrollando en todo Oriente Medio, no había muchas mas opciones para mantenerse en el poder. La fuerza de Al Asad eran sus aliados, pero todos están muy debilitados, Rusia, Irán, Hizbulá... No había recursos", dijo.
Y sin recursos ajenos, la caída era evidente incluso para Al Asad mismo, lo que llevó a su huida del país.
Lee también sostiene esta posición, ya que "en realidad, la ofensiva lo que hizo fue empujar una puerta ya abierta" de la "carcasa vacía de un Estado".
"Capaz Ankara obtiene ventaja regional en esta nueva Siria, pero todo depende de lo que se construya", insistió.