El desperdicio alimentario es una de las cuestiones más relevantes en relación a la sostenibilidad ambiental. Evitar que los alimentos se estropeen o no se consuman y terminen en la basura es uno de los objetivos básicos para el desarrollo sostenible.
El último Índice de desperdicio de alimentos, elaborado por el Programa de la ONU para el Medio Ambiente –con fecha de 2019–, arroja los siguientes datos: cada año se producen alrededor de 931 millones toneladas de desperdicio de comida, de las cuales el 61% se genera en los hogares. El 17 % de la producción mundial total de alimentos acaba desperdiciado.
Evitar que los alimentos se estropeen o no se consuman y terminen en la basura es uno de los objetivos básicos para el desarrollo sostenible. El 17 % de la producción mundial total de alimentos acaba desperdiciado.
Otras estadísticas elaboradas por empresas y organizaciones apuntan a que la cifra podría ser mayor. Los datos elaborados por Too Good To Go, una app contra el desperdicio alimentario, apuntan a que se desechan 2.500 millones de toneladas de comida, mientras 828 millones de personas pasan hambre. Según estos datos, el desperdicio de alimentos es responsable del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Para combatir esta realidad, se han puesto en marcha diferentes iniciativas destinadas a reducir el desperdicio de comida. Entre ellas destacan los cambios de hábitos en la población, cada vez más concienciada con este tema, y que incluyen desde realizar la compra de manera más ajustada, comprando lo que se necesite consumir en el día o en pocos días, hasta comprar en pequeños comercios de cercanía donde la frescura de los alimentos está más garantizada, o llevarse los restos de las comidas en restaurantes cuando se haya pedido demasiado y sobren alimentos.
Las empresas también han puesto en marcha diferentes medidas en las cadenas de distribución, como las ofertas de última hora en tiendas y supermercados, para evitar tirar a la basura alimentos caducados o cerca de la fecha de caducidad, o el reaprovechamiento de componentes para otro tipo de productos, como la alimentación de animales. Además, han surgido diferentes plataformas que luchan específicamente contra el desperdicio de alimentos. Es el caso, por ejemplo, de la aplicación móvil antes citada, Too Good To Go, que ofrece packs de alimentos que tiendas y restaurantes ponen a disposición de los consumidores a precios muy bajos para salvar comida que, de otra forma, se perdería.
A nivel internacional y nacional, gobiernos e instituciones también han puesto en marcha diferentes iniciativas legislativas destinadas a reducir el desperdicio de alimentos en los comercios minoristas, los servicios de alimentos y los hogares. Pretenden con ello cumplir el objetivo 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que tiene como meta reducir a la mitad el desperdicio de alimentos mundial per cápita a nivel de los minoristas y del consumidor y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas poscosecha.
Gracias a todas estas medidas, los datos han empezado a mejorar en los últimos años.
Según los últimos datos oficiales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, a fecha de 2021, los hogares españoles desperdiciaron durante ese año un total de 1.245,86 millones de kilos o litros de alimentos, lo cual representa un 8,6 % menos de lo que se desperdició en 2020. En términos absolutos, esta reducción del desperdicio ha supuesto que se hayan tirado casi 118 millones menos de kg o litros que durante el ejercicio anterior, es decir, el equivalente a 4 semanas y media de desperdicio menos. Cada hogar español desperdició, de media, aproximadamente 70 kilos o litros de alimentos y bebidas durante el año 2021, si bien es cierto que no todos los hogares desperdician en la misma proporción. De hecho, en el año 2021 un 26,1 % de los hogares españoles no desperdició ningún alimento.