El exvicepresidente del Gobierno y ex director gerente del FMI, Rodrigo Rato, ha cargado contra la "impunidad" de la Fiscalía Anticorrupción y, aunque aún tiene pendiente un juicio por un posible delito fiscal que le llevará a sentarse de nuevo en el banquillo de los acusados, confía en no volver a pisar la cárcel.
"La impunidad no la tiene la familia Borbón, la tiene la Fiscalía", ha asegurado hoy en una entrevista con EFE, en la que ha explicado que comprende que tiene que ser "muy poderosa", puestos que "son los inquisidores que nos protegen", pero se pregunta por qué los fiscales no pueden ser condenados en costas cuando acusan injustamente.
En "Hasta aquí hemos llegado", el libro que ha escrito junto a su mujer, la periodista Alicia González y que se publica este miércoles, Rato relata su periplo por Bankia y su posterior "calvario" judicial, y carga contra algunos antiguos amigos, como los exministros de Economía Luis de Guindos o de Hacienda Cristóbal Montoro.
También deja clara su distancia con el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy o las supuestas maniobras desde La Moncloa, señalando al entorno de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría para terminar de deteriorar públicamente su imagen.
Pero Rato carga además contra algunos jueces y especialmente contra la Fiscalía Anticorrupción, que cree que debería verse obligada a pagar costas cuando acusan y no tienen razón. "A los fiscales no se les puede acusar de prevaricación, ya lo han buscado muy bien para que el Código Penal no les afecte", ha lamentado.
Por eso su conclusión es que en España "la impunidad no la tiene la familia Borbón, la tiene la Fiscalía".
Haciendo balance de los años tras su llegada a Caja Madrid en 2010 y la posterior creación de Bankia, reconoce que su dimisión forzada como presidente de esta entidad y verse envuelto en una investigación por la salida a Bolsa de la entidad fue "durísimo".
Uno de las claves del fracaso de Bankia fue que "no se aplicaron las mismas normas que a los demás, la entidad tuvo que provisionar más que otros bancos", una "distorsión del mercado que no tiene sentido".
Lo que Rato cree que ocurrió fue que "ya que España no podía ser rescatada, debido a su tamaño", había que rescatar al sector bancario, "con menos dinero y para que los mercados se tranquilizaran".
En un momento en el que España estaba quedándose sin crédito, el Gobierno actuaba con una política de "patadas en las puertas" después de no haber aprovechado los "manguerazos" de dinero que puso en marcha Mario Draghi, recién llegado al BCE.
Desde 2010 "nuestros dirigentes creían que era un problema de pedigrí, de confianza, y no, era un problema de dinero".
Pero para eso era necesario "que un banco estuviera en crisis, y ese banco era Bankia"; porque "no tiene sentido que en enero se instara a una fusión con la Caixa sin ayudas y en mayo -ya con José Ignacio Goirigolzarri al frente de la entidad- fueran necesarios 20.000 millones de euros, "que no llegaron hasta 2013", recuerda.
No fue el Banco de España el que intervino en Bankia, ha explicado, "fue el Gobierno, de la mano de los bancos competidores, como Santander, BBVA y La Caixa", que fueron los que finalmente se beneficiaron de la salida de depósitos.
Sobre su salida de Bankia, Rato recuerda cómo De Guindos, y el presidente de BBVA, Francisco González, le instaron a dejar el cargo, "lo que dijera González me daba igual", pero no lo que quería De Guindos", que en un momento dado le llegó a ofrecer la presidencia de Repsol.
En su momento pensó que le quitarían los poderes ejecutivos y se quedaría un tiempo "como un jarrón chino", pero no fue así; de la noche a la mañana "el presidente del primer banco español por activos, una persona muy mediática, estaba en la calle", sin más explicaciones, lo que provocó una caída en picado de la acción, la pérdida de credibilidad y la salida de depósitos de los clientes.
Rato se ha mostrado muy crítico con el papel desempeñado por la firma de auditoría Deloitte a lo largo de todo el proceso, cuando se negaron a emitir su opinión sobre Bankia, "como un médico que no le dice al paciente cuál es su estado".
En su opinión, esta actitud de la firma y del socio Francisco Celma obedecía a su convicción de que "habría un cambio de ejecutivos", y para poder seguir actuando en Bankia y poder revisar las cuentas "no puede haber una opinión, que el mercado se cree o no se cree", pero no darla "va contra la ley.
Tras su salida de Bankia salió a la luz el escándalo de las tarjetas black 8oapacas al fisco). "Fue un mazazo que no esperaba", reconoce, y deja entrever que le dolieron las declaraciones de entonces de distintos ministros del Ejecutivo de Rajoy.
"Nos convertimos en un sinónimo del abuso, en un momento en el que la sociedad era muy sensible a este tipo de abusos". En cualquier caso, admite el error de no haber acabado con esas tarjetas y cree que lo ha pagado "con creces" con su paso por la prisión de Soto del Real.
Rato también recuerda "la tercera bofetada" que recibió tras su salida de Bankia, la detención en su domicilio en abril de 2015 por un posible delito de alzamiento de bienes que 15 días después decayó.
"No me podía creer que el Gobierno me quisiera meter en la cárcel", como le advertían distintas voces en los días previos a que la policía de Aduanas entrara en su casa, a pesar de que parecía una campaña orquestada, como relata ahora.
El ministro de Justicia de entonces, Rafal Catalá, "sale en televisión diciendo que me he acogido a una regularización fiscal, la famosa amnistía", un hecho inaudito, tanto "que el ministro esté al corriente como que lo divulgue".
No obstante, señala como el último responsable de esa filtración a Montoro.