El cineasta gallego Enrique Otero vuelve al Festival de Málaga para presentar en la sección Málaga Premier su segundo largo, "Honeymoon", una historia de amor "muy complicada" que habla del reencuentro de una pareja acabada, explica Otero, que reta al público a no perderse un segundo de metraje.
"Ya está bien de que te hagan una película para que te puedas levantar a hacer un huevo frito a la cocina cuando estás a la mitad", protesta el autor, al que su actriz protagonista, Nathalie Poza, define como un ser libre que, "cuando quiere hacer una película, se la saca de donde puede, como buen rockero que es, al margen incluso, a veces, de la industria".
Según explica a EFE Otero, "Honeymoon" habla del proceso inverso a la típica historia de amor y es que, cuando el matrimonio ha fracasado y no les queda nada en común, "llega un golpazo que reciben juntos y empiezan una aventura que les hace recordar dónde fueron más felices: en su luna de miel en el hotel Honeymoon".
Eva (Poza) y Carlos (Javier Gutiérrez) son un matrimonio agotado, un "amor en ruinas" sin nada en común hasta que una circunstancia inesperada, un "tsunami espantoso", explica Poza, les lleva a emprender un viaje geográfico y emocional, en busca del dinero necesario para resolver una situación que les ha cambiado la vida.
"Este cine requiere un nivel de implicación un poquito por encima de la media, aquí no está todo mascado, hay que poner de tu parte y hacer el viaje con los personajes", coincide con el director Gutiérrez, ganador de dos goyas ("El autor", 2017, y "La isla mínima", 2014).
Otero, que ya ganó con "Crebinsky" el premio al mejor guion en Málaga en 2010, nunca ha sido un tipo normal. Y mucho menos vulgar.
Su firma es la mezcla de géneros, en un perfecto equilibrio que "no se pasa para ningún lado, ni hacia el drama, ni para el humor negro, ni para el thriller, es una fina línea imposible de definir", señala.
Además, "Honeymoon" está también "totalmente deslocalizada, en tiempo y lugar, para que la gente se inmiscuya en la historia totalmente y no piense si es un lugar u otro".
Poza valora mucho en su trabajo poder entrar "en el universo del creador", como les ha pasado a Gutiérrez y a ella en esta película, porque "muchas veces -dice- ese deseo se pierde entre los intereses de la producción, o de las plataformas (...) es un privilegio subirse a un viaje como éste".
Poza y Gutiérrez se conocen desde hace años, cuando ambos trabajaban en Animalario.
"Pareja, no, pero en teatro hemos hecho, fácil, más de diez obras juntos", hace memoria la madrileña. Una complicidad que va más allá, porque hay un "algo" que ambos comparten y que tiene que ver, cree Poza, "con haber crecido los dos haciendo un teatro y unas propuestas muy locas. Y que nos gusta el riesgo, pero desde la verdad".
Su personaje, Eva, "sabe que tiene una relación tóxica con un marido al que desprecia y se refugia en un cinismo que yo personalmente conozco muy bien. Su vida es un tapar y tapar, está llena de heridas. Y este 'tsunami' que les llega a sus vida le pone en bandeja hacer algo con su vida".
Gutiérrez también ha disfrutado mucho a Carlos, "un hombre que está muy enamorado de esta mujer y va a hacer lo imposible porque no se vaya de su lado, a sabiendas de que le es infiel y en el peor momento de su vida, pero aún así trata de luchar por ese amor".
El asturiano, uno de los actores más respetados en España, defiende "la honestidad y el compromiso" en su trabajo y confiesa que lo pasa "muy mal" cuando hace "una mala escena" y se ve "fingiendo, mintiendo".
Este director tan particular aspira a que su película, que de momento no tiene fecha de estreno, tenga un desarrollo en festivales y luego vaya a Japón. "Hay canciones cantadas en japonés por gallegos", explica. Y además, sale Mazinger Z.