Las fiestas da Milagrosa comenzaron ayer en Carballo con un sentido homenaje a uno de sus vecinos ilustres, Francisco García Veiga, conocido popularmente como “Gorrión”. Su nieta, Iria Flavia García Pazos, fue la encargada de leer el discurso a modo de pregón para recordar al fundador de Casa Francisco, un negocio centenario que supo adaptarse a los nuevos tiempos y continúa siendo un referente en la capital de Bergantiños. “Un hombre con un gran corazón, ejemplo para todos que dejó una marca profunda en todos los que tuvimos la suerte de conocerle”, subrayó Iria Flavia. 

La joven realizó un repaso por la vida de sus abuelos, Francisco y Carmen, ambos de origen humilde y un ejemplo de que los sueños se hacen realidad si se lucha por ellos. Después de casarse llegaron a A Milagrosa y con las 15.000 pesetas “que el padre de mi abuela les dio para llave” compraron la casa de la esquina donde montaron un pequeño ultramarinos y un comedor para los días de feria. “Con solo seis pocillos y seis vasos, y un menú simple que ofrecía bacalao, callos y carne estofada empezaron a trabajar”, indicó Iria Flavia. Su primera feria coincidió con la Barca de Muxía, y entonces A Milagrosa “no era más que un herbazal hasta la Casilla”. 

Allí empezó la historia de Casa Francisco y también el apodo de Gorrión con el que todos lo conocían. Sus mejores amigos, Balbino, Lolecho y Tinos, tomaban unas copas de caña allí antes de ir al mercado de ganado, que abonaban al dueño según ellos mismos le decían lo que habían bebido, hasta que advirtió de que intentaban aprovecharse de su buena fe. “Un día, con discreción empezó a anotar las copas que tomaban con un lápiz en un papel. Cuando llegó el momento de pagar, mi abuelo sacó el papel con las marcas y les mostró la cuenta real. Sorprendidos, sus amigos exclamaron: ¡Es pequeño, pero listo como un gorrión!”, precisó su nieta. Así nació el apodo que lo acompañaría toda su vida.