La futura Planta de Clasificación de Residuos Textiles que Sogama construirá en Cerceda se perfila como un hito en la gestión ambiental de Galicia. Este proyecto, pionero en la comunidad, destaca no solo por ser la primera instalación pública de reciclaje textil, sino también por integrar inteligencia artificial en su proceso de clasificación. Así se refleja en la memoria técnica del proyecto que está actualmente en contratación con un presupuesto de casi 25 millones de euros.
Según la memoria, la planta estará equipada con un avanzado sistema de clasificación automática que utilizará cámaras de alta resolución para analizar cada prenda o tejido que pase por la instalación. Estas cámaras, que operan con tecnología de infrarrojo cercano y detección de color, identificarán la composición y los tonos de cada material. Los datos recogidos serán procesados por algoritmos de inteligencia artificial, que tomarán decisiones en tiempo real para separar las prendas en hasta 24 categorías diferentes. Este nivel de precisión permitirá que tejidos como el algodón, el poliéster, la lana o la viscosa sean clasificados según su pureza y color, lo que optimizará el reciclaje y la reutilización.
El proceso no solo se limita a la identificación de materiales, sino que también incluye la eliminación de elementos no deseados, como botones, cremalleras y etiquetas. Estas piezas serán detectadas por sensores específicos y retiradas mediante sistemas de corte y corrientes de aire comprimido. Una vez que los tejidos estén limpios y libres de impurezas, serán prensados en fardos listos para su reciclaje.
Según la memoria técnica, el sistema será altamente adaptable, permitiendo su actualización para incorporar nuevos materiales y características que surjan en el futuro.
Este procedimiento, que combina tecnología avanzada con procesos manuales, asegura un tratamiento eficiente y sostenible de los residuos textiles. El ciclo operativo de la planta comenzará con la recepción de los residuos textiles que pasarán por una primera etapa de clasificación manual en la que se abrirán las bolsas y se retirarán los residuos voluminosos o no textiles, como objetos de plástico, metal o restos orgánicos. Estos elementos, que no son aptos para el reciclaje textil, se destinarán a la elaboración de combustibles para la planta de energía de Sogama, se enviarán al vertedero de Areosa o gestores especializados.
Tras esta primera clasificación, los operarios seleccionarán manualmente las prendas que puedan ser reutilizadas en el mercado de segunda mano. Se evaluará su estado físico, calidad y potencial comercial antes de enviarlas a otras instalaciones especializadas en su reacondicionamiento. Este paso es clave para maximizar la reutilización y reducir el volumen de residuos.
El resto de los textiles, aquellos que no sean aptos para la reutilización directa, serán transportados a la línea de clasificación automática. Allí, cada prenda será extendida cuidadosamente sobre cintas transportadoras para garantizar una identificación precisa. Las cámaras de infrarrojo cercano y de detección de color analizarán cada pieza para determinar su composición y tonalidades, combinando estos datos con la base de datos del sistema para tomar decisiones de clasificación. Los tejidos serán separados automáticamente mediante corrientes de aire comprimido y dirigidos a contenedores específicos según su tipo.
Los tejidos limpios serán finalmente prensados en fardos y enviados a gestores especializados para su reciclaje mecánico o químico, dependiendo de si están compuestos por fibras naturales o sintéticas. Según los responsables del proyecto, este método garantizará el aprovechamiento óptimo de los recursos.
La capacidad inicial de la planta será de 1,9 toneladas por hora, lo que en el plazo de un año se traduce en el procesamiento de 3.750 toneladas, pero su diseño permitirá ampliaciones futuras que podrían llegar a las 24.000 toneladas anuales.
Este enfoque flexible garantiza que la instalación pueda adaptarse al creciente volumen de residuos textiles, especialmente en un contexto donde la recogida selectiva por parte de los ayuntamientos es obligatoria a partir de este año.
Además, esta nueva planta de Sogama tendrá un impacto significativo en términos de empleo. La empresa que se haga con el contrato se encargará no solo de construir las instalaciones, sino de gestionarlas durante dos años, lo que requerirá un equipo de operación, mantenimiento y limpieza especializado para asegurar que las instalaciones funcionen de manera eficiente.
Se estima en un principio que los empleos creados serán unos sesenta cuando la planta se encuentre en el máximo de su capacidad.